jueves, 31 de marzo de 2011

miércoles, 30 de marzo de 2011

Quise escribirte un poema.

Anoche,
apesumbrado por tu fantasma
 quise escribirte un poema


¡No pude!

Ha volado mi imaginación,
no es tu culpa.

Mis letras se han instalado bajo otros vestidos,
se han acomodado en otras bragas
han sujetado otros senos.

Lo siento, no eres tú.

Anoche quise escribirte un poema.
Pero habías partido cuando encontré lápiz y papel.

lunes, 28 de marzo de 2011

Bebo y escribo para no dejarme morir.

Este es el poema publicado por la revista Clarimonda.
La Cantina. Homenaje a José Alfredo Jiménez. No. 26



domingo, 27 de marzo de 2011

El Noctis.

Lo imaginaba diferente: rudo, ojetísimo, mamón como cualquier editor cuyo nombre ya se corre de boca en boca por el underground. Sin embargo, al verlo, casi me dio ternura. Podría decir que es un niño: ameno, desgobernado al hablar, olvidadizo. No le importa haber estudiado Letras, de todos modos se le olvidan las palabras adecuadas en los momentos claves porque lo suyo es hacer revistas por su propia cuenta. Por fin conocí a Manuel Noctis, jefe de jefes de Clarimonda.
Nuestras primeras palabras fueron frente a un par de blanquísimas tetas (las de la chica que atiende la barra en el Real Under(ground) y dos cervezas. Se nos unió Ricardo Lugo de Los bastardos de la uva. El segundo, haciendo honor a su estilo de vida ya estaba pedo mientras que Noctis era el centro de las miradas de quienes nos acompañaron a la presentación de las revistas Clarimonda, Los bastardos de la uvaNación Alien, Logógrafo y Massiva, estas dos últimas en franco y ameno palomazo. Me costó trabajo robar su atención en ese primer contacto.
Pero después de la presentación tuve oportunidad de charlar con él y con el poeta Abel Rubén Romero y reafirmar que el primero es un tipazo, sabedor de lo que hace. Entre darks, punks, híbridos y "pendejos que ni al caso" (como un servidor) salimos por cigarrillos. Charlamos del mundillo cultural, de los editores de mierda, de los amiguismos, de las becas, de nuestros proyectos, de La Cantina y de no sé que tantas cosas más en apenas 40 minutos que a mí me parecieron 5.
A veces tímido y otras pedorreando a quien se lo merece, Noctis es una chavo inteligente y aferrado, como tienen que ser los que se dedican a las letras por cuenta propia.
Maestro, gracias por el encuentro.

jueves, 24 de marzo de 2011

Lucha libre: muerte o diversión. (Palabras Malditas, febrero de 2007)

Seguramente has escuchado que la lucha libre es falsa, que los gladiadores no se pegan en realidad, que la sangre que les escurre sale de unas capsulitas que guardan bajo el calzón y que las rutinas que vemos son coreografías practicadas con anterioridad. Con éstas y otras aseveraciones, se ha querido restar méritos a un deporte sin igual con el que nuestro país es reconocido en todo el mundo.
Por años he sostenido largas discusiones con amigos y familiares debido a que ellos creen que cualquiera puede ser luchador. "¿Qué chiste tiene vestirse con los calzones arriba de las mallas, colocarse una máscara y echar maromas sobre un cuadrilátero? -me dijo alguna vez uno de mis tíos mientras veíamos las luchas por la televisión. Y es que en nuestro país (al igual que en muchas partes del mundo), la lucha libre es un deporte que ha sido alcanzado por las garras de la televisión situación que, al tiempo de ayudarle a extender sus alcances, también ha contribuido a su detrimento ya que las empresas tienen que volver más atractivo el espectáculo dejando de lado lo concerniente al deporte. En este sentido me pregunto ¿es exclusivamente la lucha libre un deporte del que debemos cuestionar su autenticidad y veracidad? Personalmente cuestionaría cien veces más a deportes como el béisbol o al fútbol soccer, donde el dinero ha terminado por contaminar totalmente estos deportes.
En la lucha libre existen diferentes empresas cuyos estilos se ven reflejados en el espectáculo que ofrecen a un público muy heterogéneo. Es en esta percepción donde nace la buena impresión sobre este deporte, o donde, bien, acaban ridiculizando a los personajes y reduciendo el deporte, a un simple espectáculo plagado de farsas.
Pensemos: la lucha libre es un deporte espectáculo. Deporte porque quien sube a un cuadrilátero por ningún motivo es un improvisado. Un luchador profesional requiere, a decir de los expertos, cuando menos cuatro años de preparación para convertirse en profesional. En todo este tiempo no sólo moldearan un cuerpo atractivo sino que fortalecerán los músculos y huesos (para evitar lesiones con el tiempo) y sobre todo, aprender diferentes técnicas de lucha. ¿Alguna vez has asistido a un entrenamiento de lucha libre? Algo te aseguro: de ninguna manera se compara con uno de fútbol soccer.
Por otro lado, el espectáculo en este deporte se encuentra en el entorno, en los escenarios creados, en las luces y el sonido, en las edecanes, en el mismo público (quien muchas veces es el que pone la nota relevante en las arenas), y sobre todo, en la magia que envuelve cada una de las indumentarias de los gladiadores. Reconozco que en todo esto, la televisión tiene metidas las manos.
Hay una empresa en México denominada Triple A, en la que es evidente que el espectáculo está muy por encima del deporte, lo cual ha ocurrido desde siempre en todas las empresas gringas haciendo que sus luchadores sean masas musculosas y no virtuosos en el arte de gladiar. Como aficionado, evito a toda costa seguir los eventos de Triple A simplemente porque considero que los luchadores de esta empresa se han prestado más al choteo y a la ridiculización, que a enaltecer este deporte, contribuyendo con sus escándalos a la estigmatización de un buen deporte. Sin embargo, no dejo de reconocer el arraigo que ha logrado en la gente y que actualmente gracias a esta empresa la lucha libre sigue figurando en un primer plano en el gusto popular.
A diferencia de la empresa antes mencionada, el Consejo Mundial de Lucha Libre (CMLL), es la otra empresa con mayor éxito en el país, además de ser la de mayor trayectoria. Su estilo un tanto más conservador, ha llevado a que un público más interesado por el deporte pueda llegar a arenas históricas como la Coliseo o la México (catedral de la lucha libre) para disfrutar de buenas funciones, llenas de llaves y lances que provocan que el espectador se involucre con los luchadores.
Sin embargo, cabe mencionar que estas dos empresas, han enaltecido su fama gracias a la televisión, lo cual es indicador de que lo podemos esperar en las funciones de ambas empresas a pesar de que son evidentes las diferencias entre los espectáculos ofrecidos por una y otra.
Personalmente siento una enorme atracción por las arenas pequeñas, aquellas cuyo tamaño permite apreciar las acciones desde cualquier rincón. Y es que las arenas, como la López Mateos o la Naucalpan, la cercanía del público con el cuadrilátero permiten apreciar el trabajo de los gladiadores. Como un ejemplo, el pasado 21 de diciembre (durante la función de aniversario de esta arena) tuve la oportunidad de presenciar una de las mejores luchas que he visto en mi vida cuando, el Negro Navarro y el Villano III midieron calidad aplicando llaves durante casi diez minutos sin que los otros luchadores se metieran. Así, estos dos luchadores se llevaron una caída completa. Lo importante es que no tuvieron la necesidad de usar artimaña alguna para rendir al oponente; no hubo sillazos, ni ninguna acción que requiriera de artefactos extraños. Simplemente aplicar llaves para deleite de un público compuesto por distintas generaciones.
La realidad de la lucha libre no radica en cuanta sangre corra por el rostro de un luchador, ni de sus cortadas en la frente, ni mucho menos de la cantidad de huesos dislocados en cada función, en todo caso, esas son las consecuencias a las que está expuesto un luchador. La realidad de la lucha libre tampoco se reduce al uso de sillas, mesas y otros artefactos. La lucha libre es otra cosa. Consiste en evaluar las desenvolvimiento de los luchadores, en apreciar las llaves, en medir los lances. Uno puede darse el lujo de seguir una rivalidad y por qué no, de exigir a los luchadores y empresarios que se haga una lucha de apuestas. Lo que no debe esperarse cuando uno está comprando un boleto es ver sangre a como dé lugar, ni ver como se pegan con sillas, mesas, tubos y demás objetos. Quien llega a una arena pensando en eso, me parece que tiene una percepción muy errónea de este deporte.
Nunca he llegado a la arena esperando a que los luchadores se maten. Esos tiempos quedaron atrás hace muchos siglos.
He aprendido a apreciar este deporte en las arenas pequeñas, como la Naucalpan, feudo de Adolfo “El Pirata” Moreno. Si te queda alguna duda, te invito a que vengas un jueves por la noche o un domingo en la tarde, después de todo, cualquier espectáculo es mejor si se presencia en el lugar en el que se ofrece, no frente al televisor.
Para hablar, hay que vivirlo.

Datos curiosos para los incrédulos de la lucha libre:

•Sangre India y Oro, murieron durante sus respectivas luchas, en lugares y tiempos diferentes, tras haber sufrido los estragos de la batalla.
•El Texano, murió debido a los daños sufridos por una lucha en jaula, esto en enero de 2006.
•Considerados como dos de los luchadores más lastimados, Perro Aguayo y Villano III, llevan en el rostro severas lesiones provocadas por su profesión.
•Halloween, estuvo a punto de ser retirado de este deporte, debido a un castigo al cuello provocado por Universo 2000.
•Gronda, un fisicoculturista improvisado por Triple A como luchador, sufrió la ruptura de una pierna debido a su nula preparación en este deporte.

Información, obtenida del libro Misterios y Magia de la Lucha Libre y de viejos ejemplares de la revista Super Luchas.

miércoles, 23 de marzo de 2011

Y hablando de la muerte de Elizabeth Taylor...

...nunca he visto alguna de sus películas. Alguna vez intenté ver Cleopatra y la verdad me quedé dormido. Hay quienes dicen que me he perdido de mucho, otros dicen que he ganado tiempo apagando el televisor. Sin embargo, sus escándalos nunca pasaron por alto en mi memoria a corto plazo; esa vida vertiginosa que hoy provoca que todos hablen de su lamentable fallecimiento, es la que me hace unirme al sentimiento.

domingo, 20 de marzo de 2011

Desmanes de primavera.

En mi niñez el 21 de marzo tenía un solo significado: festival escolar. Tal vez resulte ridículamente tormentoso recordarme disfrazado de pollito, vaca lechera o guayabo, pero la idea de no tener clases durante varios días con el fin de ensayar con rigurosa disciplina mi participación en el festival (normalmente remitida a aplastarme en el suelo caliente mientras un clon de Benito Juárez caminaba con monárquico desdén frente a mis narices) ya era suficiente triunfo. Ah, porque es importante hacerle saber a las nuevas generaciones, que en otros tiempos el 21 de marzo no sólo significaba la llegada de la primavera sino que servía para conmemorar con cívico respeto el nacimiento de don Benito Juárez García, de tal suerte que cuatro semanas antes las maestras hacían un casting con los niños más prietos de la escuela para decidir quién merecía personificar al Benemérito de las Américas, lo que al mismo tiempo representaba una ilusión para algunas mamás que imaginaban que con esta premonitoria elección sus hijos se perfilaban a la silla presidencial. Hoy doy gracias a la vida por nunca haber sido seleccionado.

Los tiempos son distintos así que la dinámica escolar globalifíca dicta que Benito Juárez pasó de moda por lo que los festivales actuales deben celebrar la primavera con la asunción al trono de unos reyes que regularmente parecen salidos de los cuentos de Disney. Así, con las rigurosas cuatro semanas de anticipación (eso no ha cambiado), las maestras realizan un casting con las niñas más bonitas de la escuela y eligen entre una bola de chamacos monones a quienes puedan servirles de pajes; reúnen a las madres de los seleccionados y les endilgan mil boletos cuyo valor es de 1.28 centavos de dólar mismos que tendrán que regresar convertidos en mil monedas de peso; la que lo haga primero tendrá el orgullo de ver a su hija coronada como la reina de la primavera en el festival donde el mejor premio es caminar entre una bola de futuros perdedores disfrazados del rey león, los pingüinos de Madagascar y el pez Nemo.

Todo lo anterior viene a mi memoria mientras la tía Chepis trata de reanimarme con sales minerales y buches de agua helada que salen de su bocota, lo cual resulta divertido para un alud de mirones que me observa con misericordia cristiana.
No es 21 de marzo pero según los noticieros (dueños de toda verdad científica y social de este planeta), hoy entra oficialmente la primavera en un horario que puede variar dependiendo la zona arqueológica en que uno se encuentre. Por una necedad propia de quien se encuentra influido por los consejos de las señoras que conducen programas televisivos matutinos, mi tía Chepis decidió que Teotihuacán era el lugar perfecto para recibir la primavera y al mismo tiempo, cargarnos de energía.
Al son de “pónganse ropa blanca” y “no se les olvide el pan bimbo y el jamón” abandonamos la cama casi de madrugada. El camino a la ciudad donde los dioses se convierten en hombres puede considerarse como normal al sufrir únicamente tres percances propios de quien vive en esta ciudad: 1) a la altura de Ecatepec se nos ponchó una llanta gracias a un bache que -según supimos- las autoridades de ese municipio lo achacan a una lluvia de meteoros; 2) en menos de tres kilómetros nos detuvieron dos agentes de tránsito que no habían desayunado, y 3) en la caseta, tres carriles estaban destinados a quienes ya usan tag de prepago, así que tuvimos que esperar tres cuartos de hora para poder pasar. Un cuatro e inesperado obstáculo sobrevino en la mismísima entrada del estacionamiento de la zona arqueológica ya que nunca previmos que el programa de televisión que ve mi tía es el de mayor rating a nivel nacional, por lo que la entrada pudo definirse como de misión imposible.

- Ya no hay lugar mi joven pero como a tres kilómetros de aquí le cuidamos su coche –dijo un nativo mientras escupía pedacitos de palillo al toldo de mi carro.

Como buen conductor resignado, mientras el resto de la familia hacía fila para ingresar a la zona arqueológica yo dejaba mi coche en un llano cercado por un mecate, el cual que supuse, no sería garantía para salvaguardar la integridad del estéreo y la llanta de refacciones pero tampoco tenía mejor opción. Regresé justo a tiempo para entrar a la zona arqueológica no sin antes recibir una retahíla de improperios por parte de los activistas de las buenas costumbres que insistían en que me formara en la cola. Como mis siete chacras ya estaban en proceso de activación, decidí hacer oídos sordos a sus reclamos y fingirme como maestro de reiki para acelerar el proceso de ingreso. Una vez adentro todo resultó aburridísimo: la gente que se arremolinaba frente a las pirámides igual que en mitin presidencial, los menos dictaban sesudas conferencias sobre la energía del cosmos, otros pretendían aprender a danzar como los profesionales y la gran mayoría se atragantaban de frituras, tortas y bonafinas, en un acto que me hizo entender los motivos por los que nuestra población tiene el primer lugar mundial en obesidad.
Llegó el momento de ascender a la pirámide del sol y para esto un señor con pinta de guardián nos leyó una lista de diez recomendaciones entre las que destacaban no orinar en la cima de la pirámide, no dejar pañales usados en la escalinata e hidratarse antes del ascenso. Justo ahí estuvo mi error pues debí haber considerado ese punto a la hora de atiborrarme de cervezas para mitigar el calor. Afortunadamente, los consejos del maestro de yoga del programa preferido de mi tía, le ayudaron a salvarme la vida, lo que me hace considerar mi retiro de este tipo de ridiculeces para los años venideros lo que contribuirá a disminuir el índice de desmanes propios de quienes por ignorancia consideran útil acudir a las zonas arqueológicas en esta fecha. Tantán.

sábado, 19 de marzo de 2011

Un six de cervezas. Revista Cuadrivio.

Los procesos creativos de los escritores discurren por caminos misteriosos. Mientras algunos lograron pulir un nombre a base de vivencias o lectura, otros sólo han tenido que beber litros de licor.
El mito de que gran parte de los escritores escriben sus mejores textos bajo los influjos del alcohol se diluye cuando uno se entera que el porcentaje de genios alcohólicos es mínimo. Si bien, no podemos imaginar a algunos escritores en estado de sobriedad, es mejor que otros se mantengan alejados del alcohol.

La revista caudrivio me ha publicado un texto donde, al calor de un six de cervezas, escribí brevemente sobre el mito de los escritores alcohólicos.

viernes, 18 de marzo de 2011

Soy un secreto.

Los celos que le provocó a los novios y esposos de mis amigas me hacen concluir que soy uno de los secretos sexuales mejor guardados en la historia de sus vidas.


¡Eso es suficiente!

miércoles, 16 de marzo de 2011

Clarimonda en el DF... con los Bastardos de la uva.

¡Extra, extra!

La revista CLARIMONDA se presenta el sábado 26 de marzo junto con ¡LOS BASTARDOS DE LA UVA! Cuando dos potencias se encuentran el fenómeno no puede dejarse pasar. Este evento es mejor que la alineación de planetas o el apocalipsis, así que apúntenlo en su agenda y allá nos vemos.

martes, 15 de marzo de 2011

El poder de unas tetas. (Mayo de 2009)

Decía mi abuela que las mujeres tenían dos poderosas razones para mover a cualquier güey: las chiches (así decía ella).

Me encontraba aburrido, sin saber a dónde encaminar los pasos de mi vida cuando decidí que lo más sensato en ese momento, era ingresar al myspace. Con profunda tristeza encontré lo mismo de siempre: pocas visitas, ningún amigo que deseara agregarme y mucho menos algún acepte de las tantas peticiones que hice para que me aceptaran.
Navegué un par de horas tratando de develar los misterios que logran que los chicos tengan cientoveintemil amigos o mil visitas diarias pero el tiempo transcurría y sólo era capaz de aburrirme antes que encontrar la fórmula mágica de la popularidad. Entonces, se me ocurrió. Fue una puntada luego de un extenso pensamiento vacío. Hacerlo o no era un decisión fundamental... Por eso lo hice.
La imagen de Lita guardada en alguna carpeta de mi computadora me vino a la mente como un flashaso que levantó mi alicaído ego: su sonrisa, mezcla del nerviosismo y la locura del momento, era apenas un reflejo del morbo que desatamos aquella noche en que le pedí me dejara fotografiarla desnuda.

     - ¿Y para qué quieres fotos mías, puerco? -preguntó-.
     - Para subirlas al "maispeis".
     - Estas loco -dijo y sin más se sacó una chichi dejando que me deleitara momentáneamente con aquella protuberancia.

Saqué el celular y sin pronunciar una sóla palabra me dediqué a tomarle una docenas de fotografías que posteriormente fueron a refundirse a los confines de mi computadora, esperando el momento adecuado para volver a ver la luz.
Esta tarde no había otra cosa qué hacer salvo divertirme con los miles de incautos que como yo, pierden su tiempo en myspace, así que busqué la foto. En menos de cinco minutos me agregaron 62 tipos que inmediatamente se dedicaron a acosarme. 3 chicas, también lo hicieron pero al darse cuenta que el realidad era un machín, me borraron de su lista sin darme tiempo de ver sus albúmes con fotografías semidesnudas.
Le conté a Lita lo sucedido y atacada de risa me propuso crear un sitio donde ella cumpliera con el papel de imágen, es decir, ella se dejaría tomar las fotografías necesarias para atraer a los machines candentes mientras yo le echaría imaginación para usarlos como nuestra diversión. Acepté su propuesta pensando en la cantidad de ocasiones que seguramente me ha tocado ser el juego de otros calentones aburridos.
Han pasado dos semanas y el juego se pone cada vez más divertido, incluso para Lita y para mí, que desde entonces pasamos nuestras tardes chacoteando con imbéciles que gustan de las fotografías de mi amiga, a quien ahora mismo tengo desnuda bajo la regadera, esperando que mi cámara  haga de las suyas con su cuerpo. Dichas fotos no se verán en este sitio pero he decidido algo mejor: crearé uno donde ella sirva de gancho pero sólo agregaré mujeres que quieres tener contancto con mujeres.

Soy un patán.

viernes, 11 de marzo de 2011

Yo te ando buscando



No tuvimos graduación porque terminar la preparatoria no era motivo suficiente para ponerse toga, birrete y recibir un diploma carente de mérito académico. En cambio, como despedida, decidimos organizar un rave que nos diera el pretexto para inundarnos el gañote con bebidas embriagantes, entacharnos y olvidar que enfrente, con los brazos abiertos, el futuro nos esperaba ansioso para convertirnos en todo lo que hasta entonces odiábamos.

No sé cuánto dinero, trabajo, discusiones y hasta madrazos nos costó preparar nuestro caprichito que se supone tuvo que haber sido una fiesta y no una carnicería que arruinó amistades, desvaneció hermandades y lapidó amores que parecían indisolubles. A pesar de los esfuerzos por lograr que todo saliera bien, nadie contó con que esa misma noche Santa Sabina tenía preparados planes mucho más grandes que los de un grupo de subnormales a punto de engrosar las filas del fracaso: apenas a unos cuantos metros de distancia el sound check de la banda liderada por Rita Guerrero, aplastó los ánimos de la mayoría al reparar en que ninguno había asistido jamás a un concierto de rock.

Helena, mi todavía novia, estaba en shock. No me lo decía pero bastaba ver sus ojillos y los inquietos movimientos de sus manos para saber que quería estar en el auditorio y no entre las mismas personas con las que había pasado los últimos tres años. En mis bolsillos quedaban los pesos suficientes para cumplir con ese capricho, aunque a esas alturas yo sabía del riesgo que implicaba despilfarrar mi riqueza en sostener los caprichos de una persona que días antes me había prohíbo ir a su casa, que se negaba a responder mis llamadas, que aprovechaba el menor pretexto para ridiculizarme frente a nuestros amigos y que sin menoscabo alguno había comenzado a verse con Oscarito, un chico que anteriormente había formado parte de su lista de amores fallidos.

Me cagas, no entiendo por qué desperdicié todo este tiempo contigo. Lo mejor es que ya no vengas a verme hasta que tome una decisión sobre nosotros, había dicho mientras me cerraba la puerta en la cara por última vez. Pero en esos años yo no sabía de sus injurias y sí de su cuerpo desnudo brincando sobre la cama mientras me dedicaba canciones fingiéndose una estrella de rock, o de su cuerpo enjabonado bajo la regadera y su aliento a tutsi pop mezclado con ron, o de los amaneceres a mitad del parque y de su carita asustada cuando sus padres llegaban a casa y yo tenía que esconderme por horas entre montones de ropa sucia o bajo la cómoda de su recámara antes de encontrar la oportunidad de huir.

Me dirigí hasta el auditorio y me postré frente a un viejo parásito de la reventa que sin recato, me ofreció un par de boletos sin aceptar regateos, sin darse la oportunidad de convertirse en el héroe de mi historia y cuyas amenazas con partirme la madre se silenciaron cuando entregué el dinero que cubrió el monto de por un boleto. Con la negociación cerrada hice un último esfuerzo por ablandarle el corazón, por orillarlo a hacer la buena acción de su vida pero ya no había nada qué hablar. Caí en la cuenta que no podía regresar con Helena y decirle que entraría sólo al concierto pero sabiendo las consecuencias, caminé de regreso a la fiesta, que para ese momento ya se encontraba prácticamente desierta pues la mayoría de los asistentes habían decidido refugiarse entre los sonidos de la Santa. Helena era de las pocas sobrevivientes. Su mohín delataba su frustración. Pensé que lo mejor era quedarme callado y acercarme únicamente para decirle adiós.

Ahora que han pasado los años no tengo la certeza que ella recuerde los detalles de esa noche pero en mi mente, corren como una película, imágenes que puedo editar a mi modo: el auditorio oscuro y la gente gritando, el escenario destellando tintes rojos y morados mientras el tambor y el bajo hacían retumbar todo el auditorio. A veces me da por centrarme en los aromas que se desprenden del rock y en las sensaciones al escuchar la canción preferida en vivo y que ponen la piel de gallina. Otras prefiero pensar en Rita y su sensualidad, en su voz durante Incierto destino y su fuerza mientras interpretaba una Canción para Louis, o pensar en el nudo que se formó en mi garganta cuando pareció dedicarme Yo te ando buscando: y te has desaparecido y regresas a tu casa sin memoria y sin sentido, sin amores transparentes, sólo novios sin sentido. No sé si Helena recuerde mi tristeza cuando me detuve frente a ella para inmolar mi egoísmo y depositar en sus manos una súplica que me hiciera ganador de una segunda oportunidad la cual esperé durante horas en el estacionamiento mientras escuchaba los planes de vendedores de playeras y tazas. Recuerdo el encoré: Chicles y Azul casi morado unidas sólo por una brevísima pausa que sirvió para imprimirle emoción a la noche.

Una vez que la música se apagó y el ambiente mutó en rumores, esperé a que Helena saliera a buscarme. Nunca pasó. Entonces entendí que era mejor regresar a la fiesta y tratar de rescatar alguna alegría entre los escombros. Nuestro rave se había convertido en una fiesta sonidera de la que salí ganando un par de bolsas de plástico repletas con ron mezclado con agua de sabor que bebí sentado cómodamente en la banqueta mientras los primeros rayos de sol aparecían para acompañarme de regreso a casa.

Exactamente una semana después presenté el primero de muchos exámenes que me permitieron sentirme rechazado de la universidad y que ayudaron a volverme  inmune a los batazos que ofrece la vida en sus diferentes ámbitos. Tras aceptarlo, logré conseguir un trabajo que hasta la fecha me hace pensar en las ilusiones que planté por esos años y que de no ser por algunas canciones que suelo susurrar cuando estoy ebrio, lo más seguro es que ya hubiera olvidado.

*Este relato fue sacado de mi diario personal aunque nunca pensé usarlo en un momento como este.

Descansa en paz, Rita Guerrero.

Me quedo con tu voz, tus canciones, tu participación en Ciudad de ciegos y aquella noche en que Santa Sabina tocó en el auditorio cercano a donde mis amigos y yo habíamos organizado un rave. Nadie se paró en nuestra fiesta, como era obvio, y al final tuvimos que regalarle la bebida a todos los que salían del concierto.

jueves, 10 de marzo de 2011

Clarimonda en el DF.

Víctimas de la Clarimonda:
Se les informa que el próximo viernes 25 de marzo la revista se presenta en el DF. En este viaje se presentará la edición Lésbico&gay, en la librería Voces en tinta. Para todos aquellos que quieran estar presentes habrá ejemplares de esa edición así como números pasados y la más reciente: La Cantina.
Se pretende abrir una fecha para el sábado 26 para presentar el número 26, así que si alguien conoce y puede conseguir algún lugar (bar, cochera, cantina, chelería, foro cultural, bodega, etc), nada más avise a: revistaclarimonda@gmail.com


miércoles, 9 de marzo de 2011

Revista Clarimonda 26. La cantina. Homenaje a José Alfredo Jiménez




Se presentará la edición Cantinera este próximo sábado 12 de marzo en la cantina El Andaluz (Morelia, Michoacán). Chequen el flyer adjunto para más información.

martes, 8 de marzo de 2011

Clarimonda 26. La cantina. Homenaje a José Alfredo Jiménez (Contenido)

A continuación les presento el contenido del número 26 de la revista Clarimonda, dedicado a LA CANTINA:
 
·         Amigo José … Uriel Di Marco
·         Escuchando un delirio vibrante de madrugada … Gerardo Cárdenas Robles
·         Cerveza clara, cerveza obscura … Fernando Abreu
·         Mundo raro … Arturo J. Flores
·         Entre canción y tequila … Eldoc Pérez
·         En el rincón de una cantina … Gastón Alejandro Martínez
·         El pisteador llorón (fragmento) … Omar Ugalde
·         Desvarío en alcohol … Marisol Vargas Flores
·         La despedida … Manuel Noctis
·         Ebria de tanto maquillaje … Jergo G G
·         El Mata … Federico Jiménez
·         Mañana a mi partida … Agathokles
·         Se me acabó la fuerza … Alí Torruco
·         Cantineando … José A. Barriga Juárez
·         Cantina femenina … Itzia Rangole
·         Me invitas una o te la invito … Oscar Muciño
·         Oración de un templario de baco … José Eduardo Aguirre
·         Vacío … Jeliud
·         Bebo y escribo para no dejarme morir … Héctor Anselmo Ortega
·         La lección de Rosita … Ricardo Yáñez
·         Muerto en plaza Santa Cecilia … Guillermo Bernal Martínez
·         Como perro de Pávlov … Óscar Amézquita Ugalde
·         Que rico es ir a la Cantina … Daniel Cervantes González
·         Y sigo siendo el rey … Jessica Piedras
·         Del roble … Constanza Rojas Caballero
·         Tj me mata … Rubén Bonet
·         Oda para un old fashion antes de que llegue el whisky … Eduardo Mendoza Barajas
·         Predisposición al azar … JM Servín
  
EN EL DEBRAYE…
·         Viaje alrededor de la noche … Rogelio Villarreal
·         La creatividad como sustentáculo del sí-mismo … Fernando Nachón
·         Tres himnos para la caída del sistema … Karin Mijangos

CAMPO NUDISTA
·         Pelos y desnudez … Francisco Enríquez Muñoz
·         Sportnografía … Fer Villávalos
·         Cuna en llamas … Abel Rubén Romero Morales
·         Portafolio fotográfico de Eric Marvaz

El Choro Urbano … Manuel Noctis
Visuales: Arturo Piza, Ulises Ortíz Castillo, Manuel Noctis, Carlos Jaurena, Marlene Alegría Munguía, David Ugalde Romero, Soid Pastrana, Eric Marvaz, Christian Rangel, Alejandro Delgado, César Nesta.

Espero que viendo los nombres de quienes colaboran (y no lo digo por el mío) se animen a adquirir el ejemplar. La revista se edita en Morelia, Michoacán y distribuyen a toda la república. Contacto: revistaclarimonda@gmail.com

lunes, 7 de marzo de 2011

Apunte cotidiano sobre la muerte.

Suelo ser un hombre temeroso, lo era desde pequeño. Entonces procuraba esconderme en un clóset para que nada me pasara pero el estar encerrado era como un imán a las desgracias y siempre terminaba llorando por algo, incluso, por pensamientos.
Siempre le temí a a los golpes de mi padre, a las desesperanzas de mi madre, a las madrizas de los hermanos que no tuve; a los soplamocos y saca-cacas de los amigos abusadores de la escuela; a las burlas y humillaciones de las niñas que aprendí a amar en secreto; le temía al rechazo, que era una especie de suicidio social (aunque por esos días no lo pensaba así), pero por encima de todo le temía a la soledad. Para rematar, por mi abuela católica, apostólica y guadalupana, aprendí a temerle a la muerte. ¡Y de qué forma!
Ahora que soy grande suelo esconderme en mí mismo: ya no le temo a mi padre y suelo retar a mi madre de una forma sútil pero al mismo tiempo voraz, con ambos soy un cabrón, un mal hijo; con mi hermana un ojete. He dejado de temerle a los amigos abusadores simplemente porque desde hace unos años decidí no tener amigos, los que se tuvieron la posibilidad de serlo eran la misma mamada: sanguijuelas que me mamaban hasta el último centavo y terminaban fornicando con mis posibles novias que, además, eran muy pocas. Preferí juntarme con mujeres, bellas sobre todo; me gustaba ganarme sus burlas, sus críticas, responderles con sarcasmo, verles las nalgas, explorar el escote y temerle a sus pensamietos sobre mí. Ahora no me importa el suicidio social pero le temo a mi muerte física por lo que representa dejar de ver a aquellos con los que he aprendido a vivir.
Por una confusión mi abuela me enseñó a temerle a la muerte: ella asociaba a la huesuda con Dios y gracias a las referencias que yo tenía del ser supremo, pensaba que todo había valido madre, que iba a llegar la muerte por mí y me iba  a presentar con el Señor para que éste me pusiera en mi lugar. Mera confusión: le temía a Dios, no a la muerte.
Nunca he visto morir a un amigo pero en la última década me he despertado sabiendo de la muerte de mi abuela, de mi abuelo, de un par de tíos, de mi tía; de algunos alumnos; de algunos sujetos con los que compartí parrandas, borracheras, enemistades o simplemente, conocía de pasadita, de vista; incluso supe de la muerte de alguna ex novia aunque ocurrió años después de haberla visto por última ocasión. Es decir, aunque la muerte ha estado tan cerca, siempre la he visto a cuando menos una calle de distancia.
No tengo un libro ni un autor preferido que me de referencias de la muerte pero sí la sabia enseñanza de Teresa Mendoza (a) La Mexicana cuando "al sonar su celular supo que habían matado al Güero", que había valido madres. Y la cabrona sólo se dedicó a correr y correr; por eso siempre procuro tener cosas pendientes para el otro día, para no tener que preocuparme por la muerte salvo cuando ésta aflige a quienes amo.

viernes, 4 de marzo de 2011

El síndrome de Tim Allen

Tal vez sea un síndrome anti natura o simplemente castigo divino pero comienzo a escribir este texto convencido que el dios de los machos me negó los poderes necesarios para hacer las labores que a mi sexo se le demandan.
Es domingo y como cada semana algo se ha descompuesto en esta casa: hace un mes fue el calentador de agua, hace dos semanas se descarapeló una pared, la semana pasada se descompuso una puerta y este día tocó el turno al lavabo. No es que no pueda arreglarlo pero si existe una actividad para la que me declaro totalmente incompetente es precisamente la de plomero. Lo mismo ocurrió con mis dotes de albañil y carpintero. Es probable que un sujeto con mis habilidades prefiera lavar los trastes antes que atreverse a cambiar el empaque plástico que une el codo horizontal del lavabo con el muro y cuya importancia en el sistema de drenaje de la casa es fundamental pues de otro modo, el baño puede convertirse en una sucursal a domicilio del pestilente río de Los Remedios.
Ante semejante panorama y con la presión conyugal retumbando en los oídos (¿a qué hora vas a cambiar el empaque del lavabo?), me dispongo a trascurrir el domingo futbolero lidiando con un pinche armatoste rudimentario que tira agua igual de pestilente que un borracho con problemas de vejiga.
El dilema en que nos sumergimos los hombres ante este tipo de problemáticas caseras es únicamente comparable con el de un secretario de gobierno ante los rumores de un inminente golpe de estado: colocamos las manos en la cintura, respiramos profundo, observamos el fenómeno esperando una señal divina que nos diga por dónde comenzar, resoplamos, observamos con la curiosidad de quien no quiere parecer un imbécil y nos alejamos dispuestos a salir a la calle por una solución.
Mis conocimientos en la materia me dicen que un empaque de plástico puede conseguirse fácilmente en la tlapalería de la colonia, lo cual me hace pensar en la pregunta más trascendental de mi vida: ¿dónde chingados hay una tlapalería en mi colonia? La última que recuerdo era la de Armando pero ésta tiene más de diez años que cerró y desde entonces no he vuelto a saber de otro local semejante a diez cuadras a la redonda. Es entonces cuando recurro a mi instinto gregario y dirijo mis pasos hasta el puesto de periódicos donde Mento, mi asesor en quinielas futboleras y proveedor de revistas, me confía que hay una tlapalería frente a la primaria, a la vuelta de mi casa.
El lugar es pequeño y predomina el aroma a solvente. Frente al mostrador un grupúsculo de machos se disputa la atención del encargado que con presteza despacha litros de thinner y metros de piola; lijas de agua, de metal y de madera; pijas, clavos y rondanas; un poco de blanco de España, otro poco de yeso; flotadores, codos, interruptores, poliductos y birlos. Cuando toca mi turno pido el empaque pero el encargado me observa con cara de nada. Un anciano sale a mi auxilio preguntándome qué chamba voy a realizar. Pongo cara de idiota. Después de un breve interrogatorio, los seis hombres presentes coinciden que necesito un conector de hule de un medio pero me encuentro con la novedad que están agotados y me sugieren ir a una tlapalería en forma de supermercado. Pienso, entonces, que debería estar escribiendo o cuando menos viendo el futbol mientras sostengo una cerveza en la barriga. En cambio, mi mala suerte, me tiene caminando bajo el inclemente sol hacia el supermercado de los machos: Home Depot.
En la tienda un hombrecillo de lentitos intelectualoides me recibe con las ofertas del día. Sólo busco un conector de hule de un medio, respondo negándome a aceptar el catálogo con las ofertas. El hombrecillo me conduce a uno de los pasillos y me abandona a mi suerte entre plastiquitos color negro de diferentes tamaños, formas y precios. Entonces reparo en que debí haberme traído el empaque roto como muestra. Resignado, salgo de la tienda dispuesto a regresar a casa. Mientras camino le doy forma a mis ideas: comienzo mentalmente el texto que tengo pendiente sobre una colección de poesía y construyo algunos aforismos con los que pueda comenzar un cuento. Me viene a la cabeza el certamen de literatura erótica en el que he querido participar año con año. Decido que llegando a la casa dejaré en paz el lavabo y me pondré a escribir, en eso sí soy un chingón.

- ¿Dónde andabas? ¿Seguro estabas con tus amigotes, verdad? Y mientras aquí nadie puede lavarse las manos sin que escurra una cascada por culpa de un maldito conector de hule –el uso del tecnicismo por parte de mi mujer me deja boquiabierto y pienso que ella es quien tendría que estar haciendo la chamba mientras yo termino mis textos pendientes.
- Fui a comprar el conector pero se me olvido la muestra…

La mueca de molestia de mi mujer es evidente. Antes de atreverme a desarmar el lavabo me dirijo a la cocina, abro el refrigerador y saco un par de cervecitas. En el televisor se anuncia el medio tiempo del juego: el equipo al que le iba mi padre va perdiendo por tres goles. Reafirmo mi simpatía por los equipos perdedores y me congratulo por la goleada. Cuando me dispongo a disfrutar de la repetición de las anotaciones mi mujer aparece. Su sola presencia me recuerda mi nueva faceta de plomero. El plomero escritor, así titularé mi nuevo cuento. Abandono mis cervezas y regreso al baño a desarmar el lavabo. Al hacerlo, rompo un codo y me percato que un conector más delgado se encuentra desgastado. Volver a dejar aquello como está no parece tarea difícil así que no necesito anotar alguna instrucción que me indique como van las piezas.
El regreso Home Depot resulta exitoso. Aprovecho para comprar un juego de desarmadores que están en oferta y una llave perico sin saber la utilidad que ésta tenga en la vida de un escritor. Al llegar a casa me encuentro con una esposa sonriente que me invita a sentarme a la mesa donde un manjar con totopos, guacamole, carne asada y cervezas me espera. El equipo de mi padre remonta la diferencia de tres goles en nueve minutos y mi inconsciente me traiciona, estoy feliz de ver a los Tiburones rojos coronarse. En mi euforia comienzo a beber hasta sentirme borracho. Ahorita que se me baje arreglo el lavabo, le digo a mi mujer arrastrando las palabras. Ella me responde pero su voz me parece lejana. Abro una nueva cerveza. Antes de que le entreguen el trofeo al equipo campeón, me decido a tirar una meada larga y placentera que me hace pensar en un nuevo texto: “el placer de mear un six de cervezas.” Orgulloso por el título me doy la vuelta y comienzo a lavarme las manos sin recordar que el lavabo… ¡el lavabo está armado y con los conectores en su lugar! Concluyo que tal vez en la borrachera hice la chamba sin darme cuenta. Me vuelvo a sentir orgulloso. Regreso justo a tiempo a mi sillón para ver al capitán escualo recibir el trofeo, pienso en escribir una crónica sobre este momento. Cuando no queda más líquido en la lata decido que es momento para ir a comprar provisiones para festejar pero entonces mi mujer me detiene:

- Antes de que te emborraches más, págale al plomero –mi cara de sorpresa ante el usurpador, que en este momento atraviesa la puerta, se transforma en agradecimiento. Sin remordimiento, extiendo los billetes y le agradezco su trabajo.

Mi mujer se aleja y yo desecho la idea de ir a la tienda por las cervezas, mejor tomo el teléfono y marco al depósito para que me traigan dos cartones y botanas. Qué bueno que siempre haya alguien dispuesto a hacer las cosas por uno así sea por unos cuantos miserables billetes. Tengo que escribir esta historia. Apago el televisor y enciendo la computadora mientras escucho a mi mujer gritar que se descompuso el microondas.

jueves, 3 de marzo de 2011

Vamos a hacerla de tos.

Hace apenas una semanas todos se desgañitaban por culpa de Carmén Aristegui y como aquí se comentó, seguramente la euforia terminaría antes de que Kalimba terminara de subirse los pantalones para salir a dar conferencias de prensa y dar a conocer "su verdad" en relación a lo que ya todos sabemos.
Pero nosotros aún no terminábamos de preparar una nueva bolsa de palomitas de maíz y continuar disfrutando del siguiente media show cuando nos enteramos -gracias al facebook- que en tierras Peñanietences, el grupo charroncanrróquer Botellita de Jeréz, sufrió la represión de la autoridad estatal quien al grito de "detengan el concierto y agarren a todos los nacos" canceló un concierto que seguramente tendría trascendencia para la vida musical de esta nación, lo cual se instala como uno de los atentados más graves contra la libertad de expresión, libre asociación, diversión y esparcimiento ruquete-juvenil, y derecho a ser borrachín en antrillos de mala muerte. Y nuevamente, los charrocanrroquers -que para eso se pintan solos- gritaron a los cuatro vientos que Peña Nieto no tiene pantalones para agarrar narco juniors o asesinos de mujeres pero sí unos tompiatotes de león para perseguir a los ruqueros creadores de Alármala de tos (uno, dos, tres, patada y coz).
Armado con mis cedés del grupo y enfundado en mis pantalones con botonadura charrocanrróquer me disponía a comprar esa causa para defender con mi propia vida de ser necesario, cuando me entero que ya hay una nueva revuelta en los medios y en las redes sociales: Presunto culpable, el documental que "desenmascara el sistema jurídico de este país" ha sido censurado vía la orden de una juez que ordenó solicitar que la cinta sea retirada de exihibición por causas que me valen madre.
Apenas ha pasado medio día y ya estoy aburrido de escuchar las mismas consignas, opiniones de expertos, juicios de valor y principalmente, las consignas panfletarias que ya se tiran por doquier, olvidándose que apenas hace unos días la causa a defender era el derecho de los botellitos a tocar en territorio mexiquense, y que no hace más de un mes defendíamos a la Aristegui y a Kalimba.
El problema no es que muchos quieran instalarse a defender causas perdidas sino que se esté haciendo una modita de hacerla de pedo por cualquier mamada haciéndole el caldo gordo a quienes regularmente sacan raja del momento, es decir, los medios con los que paradojicamente nunca se está de acuerdo.
Nos encanta hacerla de tos aunque ni siquiera entendamos por qué lo hacemos y qué fin lleva, al final, como lo he dicho antes, sólo la hacemos de jamón desde el sillón más cómodo de la casa, frente al televisor o vía twitter o facebook porque alguien ha difundido la idea que esas son las nuevas formas de hacer la revolución. Así deberíamos de ser buenos para tirar a los huevonazos que viven de nuestros impuestos y hasta se nombran como nuestras autoridades cuando no son más que simples gatos.
La mejor opinión es la de ustedes.

martes, 1 de marzo de 2011

Amores enredados. (Bitácora del orgasmo, octubre de 2009)

A Dubraska, fuente de mi reciente inspiración.

Evidentemente, no es normal que uno encienda la computadora cuando se dispone a tener sexo con una mujer y menos cuando ya se está en pelotas, debidamente perfumado y con una pila de objetos en el buró con los cuales se pueden hacer cosas riquísimas que los sexólogos denominan como juegos sexuales. Sin embargo, para un tipo solitario como yo cuyo signo en el zodiaco azteca es el águila y por lo tanto, los astros han deparado que soy un escéptico a las declaraciones de amor y sólo procuro satisfacer mi voraz apetito sexual con una pareja que se encuentre a mi nivel, el internet ha resultado una tabla de salvación, y las chicas venezolanas, las mejores amantes por camarita que uno puede tener sin necesidad de que medie una tarjeta de crédito entre nuestro goce.
  Inicié en esta actividad del voyeurismo virtual apenas hace unas semanas cuando Montserrat, la punk más happy del orbe, apareció en mi vida. Luego de varias horas de redactar enunciados mal estructurados y de insertar caritas con el fin de ahorrarse expresiones tales como: “qué alegría”, “estoy cachondo” o “me encuentro ansioso”, y que al parecer, en conjunto, la levantaron de un knock out sentimental provocado por las argucias de patán mayor que ella, la chica comenzó a jugar con mi lujuria hasta orillarme a escribir cosas tan vulgares que el sólo recordarlas producen que se despierte el chocorrol. A cambio de mis prosaicos versos ella me premiaba con algunas fotografías que me animaban a continuar con el cachondeo vía chat. ¡Qué maravilla es esto de la tecnología! Pero qué gran desilusión me llevé al percatarme que las imágenes con que era premiado eran las mismas que podía bajar de myspace si ella me aceptaba como amigo, lo cual había ocurrido unas horas atrás. Total que continué en el juego sólo por cortesía pero, principalmente, para no quedarme con la sensación de que había quedado como idiota ante la precoz habilidad de una chiquita de veinte años. Al final y como era de esperarse, la chica tuvo la descortesía de desaparecer justo cuando yo le pedí que “me diera cámara” y no apareció sino hasta tres días después a través de un mail prometedor.
  Pero… ¿Ya he mencionado otras veces aquello de la justicia divina? De cualquier forma, la causalidad es un fenómeno que todavía no he podido explicar pero que suele presentarse casualmente cuando más lo necesito. Recién bañado y aun en pelotas, esperaba la aparición de Montserrat en mi monitor cuando me percaté que en el Messenger tenía una nueva amiga: Dubra, a quien había conocido un día antes gracias a Antonio Andrade, el pelafustán autor de La Bitácora del Orgasmo, al que le había robado cerca de 372 amigas de myspace apenas unos días atrás. El caso de Dubra resultaba tan aislado que en un inicio no la ubiqué como parte de mi botín virtual, sin embargo, el sólo hecho de haberme agregado me representó una alegría similar a la notificación de haberme llevado Nóbel de Literatura. ¡Qué emoción!
  Total que pasamos a las formalidades, esas mismas que un pedejo como yo con orígenes de tlacoyero, no puede sacudirse ni en los mejores momentos. Sin más preámbulos pregunté la edad, la ocupación, los gustos y las medidas de cadera, cintura y pecho. La chica respondió detalladamente a todo. Al parecer mis preguntas le provocaban risa. Acto seguido y por alguna razón aún desconocida, pasamos a otro tipo de formalidades y gracias a ello pude ofrecerle una cátedra sobre temas tan apasionantes como la didáctica en el salón de clases durante el periodo educativo comprendido en el siglo XIX en el continente americano y su relación con la educación para los valores en la sociedad actual. Y así de simple, con la misma facilidad que uno realiza cultivos verticales en el patio de su casa, con Dubra nació una extraña afinidad a la que le bastaron un par horas para mutarse en enamoramiento virtual, lo que sea que eso signifique.
  Por otra razón, que me resulta menos extraña que la anterior y considerando que soy un tipo más sólo que el uno, cuando menos lo esperé, me encontraba seduciendo a mi nueva amiga sin hacer caso a Montserrat que desde hacía una hora me enviaba zumbidos que me desconcentraban de mis propósitos con Dubraska.
  Es menester hacer una pausa para llevar a cabo una somera descripción de Dubra: guapísima, de piel morena, cabellera negra y larga; ojos chispeantes y bellísima sonrisa; chaparrita –a decir de ella, 1.60 mts–, poseedora de unas caderas a prueba de bombardeos que, seguro estoy, resistirían mis embates nucleares, y unos senos ergonómicamente diseñados para adaptarse a la furia de mi boca. Lo demás me lo reservo pues siempre hay que tornarse un poco egoísta con las imágenes que uno posee.
  Mi relación con Dubra lleva apenas seis semanas que han resultado sensacionales para quienes gustan del amor virtual. Podría decir muchas cosas sobre nuestro affaire pero prefiero retener algunos detalles para cuando llegue el momento de redactar mis memorias ya que dicho capítulo tendrá que consolidarse como el de mayor éxito en la historia de mi vida virtual.
  Pero insisto: uno tiene que ser un verdadero subnormal para desear llegar a su casa a encender la computadora pues sólo de esa forma se puede tener sexo con una mujer.
  Ustedes pensarán lo que quieran pero para un tipo solitario que carece de mayores opciones y que, además, según su signo zodiacal, tiene deparado calmar las ansiedades sexuales a como dé lugar, el cachondeo virtual resulta la mejor opción.
  Ahora, reconozco que me estoy enamorando y como consecuencia de ello he pensado seriamente en la posibilidad de pedirle matrimonio, aunque nuestro matrimonio se desarrolle por chat. Estoy convencido que ella aceptará porque ha jurado que me ama y yo le creo.
  ¿Estaré cometiendo un error?
  ¡Qué va!

  18 de octubre, 2009.

Anuncios importantes: a) se regalan juguetes sexuales sin usar, y b) nuevas amigas virtuales, favor de dejar e-mail en algún lugar visible; resulto inofensivo.