viernes, 29 de enero de 2010

¿Pervert pop song? (Bitácora del orgasmo, 2009)

Ayer por la tarde me encontraba bajando ilegalmente canciones gracias esos programas-maravilla que se consiguen de manera gratuita por internet. La finalidad era quemar un disco compacto cuyo arte correría por mi cuenta (por arte me refiero al diseño de portada, booklet, play list, sticker para el disco, e incluso, la cajita hecha con papel maché) y que llevaba la finalidad de servir como obsequio para una señorita a la que acabo de conocer y por la que mi chocorrol se alborota cada vez que la tiene enfrente. Reconozco que me sentía como un pendejo pues la última vez que hice algo semejante fue en los albores de la década de los noventa, ocasión en la que utilicé un casete de 120 minutos, plumones pincelín y cartoncillo blanco. Ahora, mi computadora, una impresora, una hoja de opalina delgada y mi habilidad para manipular el mouse, resultaron suficientes para acabar el trabajo en un tiempo similar al utilizado en servirse una cuba.
     Desafiando el largo brazo de Lars Ulrich –para quienes no sepan quién diablos es, se trata del arrogante baterista del grupo Metallica (roqueros, santígüense)– comencé a recordar canciones de mi época adolescente y a guardarlas en una carpeta que había bautizado con el nombre de mi nueva cenicienta, por cierto, diez años menor que yo. La tarea de grabar un disco (qué pinche anticuado) me emocionaba sobre manera (qué pinche cursi), así que seleccioné las canciones sin considerar las influencias corporativas de los grupos en cuestión a la hora de defender los derechos sobre sus obras y metí un disco en el quemador, después oprimí un par de botoncitos y listo, en menos de cinco minutos mi obra estaba concluida.
     Mientras elaboraba el arte, me decidí a escuchar el disco al tiempo de atraer con los pensamientos el momento en que la princesa cayera rendida a mis brazos por el detallazo, sin embargo, todavía no sonaba la tercera canción cuando caí en la cuenta que la aludida muñeca difícilmente entendería la importancia de una banda como Ugly Kid Joe tocando power ballads en Japón o el romanticismo de Phil Anselmo, de Pantera, en una canción como Good friends and a bottle of pills. Puse las cosas en perspectiva y concluí que en el mejor de los casos, la cenicienta, a duras penas estaría al tanto de la era tardía de Rock en tu Idioma porque en realidad lo suyo, eran las fusiones de la bandas sinaloenses con los grupos de tecno-cumbia y reggeton del momento.
     ¡Puta madre!
     Por lo anterior, me dediqué a buscar canciones que sin estar de moda, me ubicaran en una época más actual y en un estatus menos vejete en relación con esa chiquilla.
     Mi dedicación para reencausar el trabajo me llevó a descubrir las maravillas puede uno encontrar hoy día. Como un ejemplo, llegué casualmente a unos sujetos llamados Yokozuna que tocan canciones bien ponchadas cuyos títulos van desde Bum bum bum a Abre las piernas (qué genialidad). Consideré que no era adecuado ser tan específico con mi prospecto a amante (ya llegaría el momento) y me decidí por algo más fresa, así que evitando caer en las garras de Calamaro y los Cadillacs, a quienes aun no les encuentro nada de fabulosos, me detuve en la sapiencia de Los Babasónicos y su discreta interpretación Putita. No cabía en mi alegría cuando reboté en Las Ultrasónicas y esa ocurrencia titulada Vente en mi boca, con la que desarrollé premoniciones exquisitas que ilusionaron sobremanera al chocorrol. Así, tuve oportunidad de transitar por la profundidad lírica de Mamá Pulpa que, al interpretar Desnuda, apenas se separan de los conceptos epistemológicos de Ricardo Arjona pero quedan muy lejos de la maestría de Armando Palomas en Hasta el fondo del zaguán o La Muñequita (masturbado song) -gracias Dubraska-. Pero el éxtasis de la tarde, que a esa hora comenzaba a mutar en noche, llegó con Plastilina Mosh y la Pervert pop song: Castígame/me he portado mal/diviértete/sé que gozas y te gusta.
     La apoteosis de mi vida hecha canción.
     ¿Qué pensaría mi Cenicienta si las mencionadas canciones fueran grabadas en un disco cuya portada lleva su nombre? ¿Se sentiría halagada? ¿Sería suficiente para hacerla caer rendida a mis brazos? ¿Su corazón se volcaría al amor de manera irremediable?
     Cavilando sobre la importancia real de mi detalle y sintiéndome nuevamente un pendejo por estar instalado en adolescente “pelimanudo”, decidí apagar la computadora y salir con rumbo a Samborns a comprar el disco de Manzanero con Susana Zavaleta. Tal vez eso resulte mas efectivo si mi objetivo –siendo honesto– consiste en cruzar el umbral de sus preciosas piernas.
     Esto del romanticismo y sus rituales es un trabuco. Tantàn.

Octubre 19, 2009.

martes, 26 de enero de 2010

Nuevo texto en Palabras Malditas.

Se ha publicado mi más reciente texto en www.PalabrasMalditas.net llamado El poder expansionista del concreto, un texto de corte ambientalista que no tiene ninguna finalidad salvo la de ponerlos a reflexionar un poco respecto al problema de arrasar con las áreas verdes para llenarlas de concreto.
Espero lo lean y lo disfruten.

lunes, 4 de enero de 2010

Breve carta a Berenice.


Aquel amanecer fue uno de los más hermosos de mi vida.
     Por la ventana de ese departamento, del que apenas recuerdo nada, observé la forma en que el sol bañaba a la ciudad con sus primeros rayos. Hacía frío. Tenía años sin ver la salida de sol por lo que dicha escena me llenó de una extraña nostalgia que era aderezada con tu presencia. En mi mano, reposaba un vaso sucio con el último chorro de vodka que había sobrado de una botella extraviada en la cocina y que pretendí eternizar cuando menos un par de horas. Tú, dormías flanqueada por un par de perros guardianes que se encargaron de velar tu sueño y horas antes, habían logrado mitigar tu llanto innovando ocurrencias que provocaron que rieras a carcajadas.
     Tal vez no lo recuerdas pero aquellas primeras horas de la mañana fui yo quien acarició tu pelo y secó con los labios las últimas lágrimas que por tus mejillas resbalaron. A diferencia de otros días… de todos los demás días, aquella mañana me diste la impresión de ser la mujer más vulnerable sobre la faz de la tierra. Estabas completamente abatida y si quieres saberlo, temía que algo malo te fuera a suceder, tal vez por ello, decidí no moverme hasta que despertaras.
     Durante un momento en que tu sueño se tornó más sosegado decidí darme una ducha y pensar en las posibilidades que a partir de ese día se presentaban. Llevábamos una buena amistad que completaba cerca de un año y hasta una tarde atrás, nunca antes habíamos caído en los excesos en que nos envolvimos y con los que pusimos de cabeza un bar, una vecindad, dos patrullas y un taxi. Sin embargo, ni todos los esfuerzos empleados en protegerte y mostrarte fidelidad, lograron levantarte del abatimiento en que te sumergiste cuando escuchaste la extensa letanía de agravios que aquel sujeto que decía amarte soltó para ti.
     Imagino que no recuerdas nuestra huida del bar: tú, detrás del agresor pretendiendo algo aun incomprensible, mientras yo salía disparado cargando nuestras cosas, las cuales tiré un par de calles adelante. Fue una persecución de película en la que involucramos a un par de patrullas: una para protegerte a ti y la otra para perseguirme pues alguien había corrido la voz que yo era el agresor. Tampoco imaginas el susto que me llevé cuando los policías pretendieron subirme en la patrulla, mi única reacción (generada por los tragos ingeridos minutos atrás) fue echarme a correr y escabullirme en una vieja vecindad, encontrando refugio en una casa cuya familia me observó asustada y sólo se limitó a llamar a la policía. Hoy ese suceso me ocasiona risa pero aquella tarde mi desesperación por no saber dónde estabas crecía a cada minuto. Cuando por fin te encontré, estabas a salvo, resguardada por esos infaltables amigos que saben estar en el momento adecuado, abordamos un taxi y nos dirigimos hasta el otro extremo de la ciudad buscando un refugio donde alejarte de todo lo que te dañaba, incluida tu propia familia.
     Escondidos en aquel departamento de San Ángel, un poco más tranquila y buscando distensar la situación, bailaste sobre una mesa dejándome apreciar por vez primera algunos de tus secretos. Si con antelación eras una mujer especial para mi vida, aquella noche reafirmaste el lazo que nos unía dedicándome un par de piezas que a pesar de todo y del mismo tiempo, me he negado a borrar de la memoria.
     Cuando salí de la ducha, tus perros guardianes dormían pero ahora parecían protegerse entre ellos mientras tú tiritabas de frío. Me senté al borde de la cama y durante media hora te contemplé como sólo puede hacerse con una obra de arte que realmente te inquieta. Recordé entonces, nuestras charlas sobre Remedios Varo y Frida Kahlo y los hermosos dibujos de ojos que sabías hacer magistralmente sobre cualquier trozo de papel. Sonreí pensando en los buenos momentos pero también tuve miedo no volverte a ver.
     Mis temores se hicieron realidad.
     Pasó algún tiempo antes de volver a verte y cuando te tuve frente a mí tuve que reprimir un beso que había esperado su turno por un largo tiempo y así lo mantuve hasta que una mañana decidimos sentarnos a charlar. Sij embargo, aquello ya estaba escrito y como parte de algo nefato, tú, la que hasta entonces era mi única amiga, mi confidente y mis compañeras más leal, desapareció dejándome hundido en una especie de orfandad que me dolió durante muchos meses. No imaginas siquiera el dolor que me provocaba no saber de ti y que todo los que te conocían se acercaran para preguntarme qué había sido de tu vida. Alguien me dijo que alguna vez te vieron rondando la explanada de la universidad pero entonces yo estaba convertido en otro, en un sujeto muy diferente al que te había entregado parte de su vida, y tomé el comentario como una ofensa, como un agravio a la devoción que te había dado durante aquellos meses y que había sido cobrada con simple y llana soledad. Nunca entendí tus motivos para alejarte de la forma en que lo hiciste y sólo hasta que ya no pude más quise encontrarte de nuevo pero me fue imposible. Ni los amigos, ni la tecnología, ni los resabios del pasado me dieron cuenta de ti, hasta hoy que has reaparecido fortuitamente en mi vida dándome una señal de que algo bueno viene para mí.
     Los años me han transformado y temo decirte que he envejecido pero hay todavía en mí, algo de ese Héctor que un día conociste y que durante muchos días logró arrancarte carcajadas con las ocurrencias que me salían de forma natural, sin embargo, lo reitero, he envejecido.
     Hoy que te encontrado de nuevo… o mejor dicho, que me has encontrado de no sé que forma, necesito hacerte saber que soy el tipo más feliz del mundo pues durante estos últimos años me fue imposible borrarte de mi vida. Sólo espero que pronto pueda tenerte frente a mí como aquella mañana en que te vi dormir pero en la que no tuve el valor para verte despertar, lo cual me lamenté cerca de nueve años.

P.D. Sigues siendo bellísima.