La vida quiso que, cuando era niño y jugaba luchitas con los cuates de la cuadra, nunca me tocara la máscara del Santo. Fue por esa razón que nunca idolatré al Enmascarado de Plata como lo hacían casi todos los cuates y por lo tanto también decidí crecer bajo la tutela de Blue Demon, cuyo imán resultó más poderoso para mí al grado de convertirse en mi máximo ídolo.
La animadversión por El Santo se incrementó en la medida en que también vi crecer a su hijo como luchador. Lo envidiaba y odiaba. En algún momento hasta decidí dar mis primeros pasos en la lucha libre buscando ser yo quien pudiera acabar con la leyenda plateada del Santo. Sin embargo, la lucha libre no es un juego o un teatro, como muchos piensan, y mis primeros pasos sobre el encordado también fueron los últimos. Apenas aguanté un par de entrenamientos antes de que las fiebres y el cuerpo mullido por los costalazos me exigiera el retiro, truncando así mi rivalidad con El Hijo del Santo y en general con la práctica de la lucha libre.
La animadversión por El Santo se incrementó en la medida en que también vi crecer a su hijo como luchador. Lo envidiaba y odiaba. En algún momento hasta decidí dar mis primeros pasos en la lucha libre buscando ser yo quien pudiera acabar con la leyenda plateada del Santo. Sin embargo, la lucha libre no es un juego o un teatro, como muchos piensan, y mis primeros pasos sobre el encordado también fueron los últimos. Apenas aguanté un par de entrenamientos antes de que las fiebres y el cuerpo mullido por los costalazos me exigiera el retiro, truncando así mi rivalidad con El Hijo del Santo y en general con la práctica de la lucha libre.
Desde entonces, he esperado el momento para ver caer la tapa del Hijo del Santo y me he sumado a la legión de quienes deseamos que la leyenda del Enmascarado de Plata termine, porque también estamos convencidos que Santo... El Santo, sólo hay uno. Por lo anterior, cuando hace años me enteré que El Hijo del Solitario buscaba terminar con El Hijo del Santo me sume a su causa como aficionado y esperé con esmero los encuentros de estos dos gladiadores. Pocas veces me tocó ver al Santo salir bien librado de esos combates, generalmente sangrientos y llenos de odio que de pronto parecen ir más allá de lo deportivo y como muestra recuerdo el programa de televisión del Hijo del Santo, en donde tuvo como invitado para una sección precisamente al Hijo del Solitario quien aprovechó la oportunidad para increparlo y lanzarle un reto por las tapas. De eso ha pasado cerca de un año.

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