jueves, 21 de abril de 2011

Amo de casa.

¿Qué mueve a una gorda celulítica y estriada a posar desnuda frente a una webcam? No tengo ni la menor idea pero esta pregunta fue la única que se me ocurrió para comenzar un texto después de casi un mes de infructuosos intentos por redactar algo que pudiera subir a este blog. Tal vez sea porque emocionalmente me siento agotado o porque no me siento capaz de compartir mis escritos cada semana, o de plano, porque ya no tengo ganas de escribir. Pueden ser las tres cosas al mismo tiempo pero también existe la posibilidad de que mi nuevo interés por hacer otras cosas me esté copando el tiempo.
Cada Semana Santa suelo quedarme solo en casa a disfrutar de mí mismo mientras la familia se toma un descanso de mi presencia. Este año no fue la excepción, así que decidí hacer un ejercicio abrumante: ponerme en el papel de un ama de casa y hacer los quehaceres como si fuera la mamá soltera de Hansel y Gretel (versión hijos imaginarios).
El ejercicio consistió en dormirme tarde con la finalidad programarme para madrugar, es decir, como cualquier ama de casa que siempre es la última en dormirse y la primera en levantarse. El problema es que sabiendo que no había presión para levantarme temprano me desperté a las 8 de la mañana y terminé por abandonar la cama una hora después y eso porque el estomago ya me exigía un desayuno sabroso y sustancioso. Justo aquí se presentó el segundo incidente pues el refrigerador estaba vacío, así que tuve que hacer una salida emergente para comprar algo al Oxxo y no perder más tiempo, lo que disminuyó mi presupuesto considerablemente (me hice el propósito de gastar 150 pesos diarios en comida). Una vez con un hot dog Vikingo en la barriga, un café Andatti y el reloj apuntando las manecillas hacia las 10:35 am, comencé formalmente las labores del hogar: lavar los trastes de la comida y cena del día anterior, lavar mi ropa, sacudir, barrer, trapear, lavar el baño e ir al mercado a comprar las cosas de la comida. Para cuando regresé a casa ya eran casi las tres de la tarde así que comencé a cocinar una especie de menú a base de verduras y arroz al vapor (que no comería en un día común aunque el médico me lo impusiera como dieta), pollo y un postre cualquiera. Además, faltaban cosas por hacer: volver a lavar los trastes que ensucie en la preparación de la comida, arreglar la recámara, limpiar y sacudir libros y lavar el baño.
Hice una pausa a las 4:30 para comer y lo hice lo más rápido posible, lo que implicó comer frente a la estufa mientras veía algunos bodrios de la televisión nacional. Por tercera vez en el día lavé los trastes y por segunda vez comencé a recoger la cocina. Entonces reparé que mi refrigerador seguía vacío así que entonces tomé la decisión de ducharme para disponerme a salir al súper a comprar lo que hacía falta, para lo cual hice una lista breve.
Ya en el súper me entretuve siguiendo a señoras interesantes con traje sastre y tenis, señoras poco menos interesantes pero enfundadas en ceñidos pants y tenis, y señoras con facha de mamonas en tenis; una vez superada la prueba de sortear a las promotoras que despachan en salchichonería, hartarme de probaditas y caer en la cuenta que una caja de Gansitos, dos de Chocorroles, tres bolsas de palomitas de maíz, dos sixs de cervezas, una botella de vino, una caja de galletas Oreo y seis Bonafinas de litro no forman parte de la canasta básica, decidí reiniciar con mi labor concentrado en la lista previamente escrita en casa.
Gasto total, haciendo uso de mi monedero naranja: ¡$424 m/n! Entonces tuve que poner mi cara de nada y fingir demencia con la señorita cajera antes de demostrar que me había agotado el presupuesto de 3 días en apenas un par de horas. Al salir de la tienda estaba lloviendo así que no podía permitirme mojar mis Vans nuevitos por lo que tuve que pedir el servicio de un taxi no sin antes hacer una parada por la cafetería para adquirir un chocolate caliente y seis churros.
Ya en casa, pensé en lo difícil que es ser ama de casa así que el propósito que he trazado para cuando regrese mi mujer consiste en colaborar en los quehaceres del hogar justo como en aquellos días cuando recién nos casamos. ¿Será que uno puede cambiar tan abruptamente? Los mantendré informados.

2 comentarios:

  1. Despues de tanto trajinar terminas agotatad@ y no quieres nada mas que dormir, pero te falta el marido que quiere tener sexo o le hagas un pete, o no falta el dia que tu tienes ganar de un buen polvo y el gordete y ya deslechado de tu marid@ con el pretexto de que ta cansad@ o bien sea eyaculador precoz se suba 3 minutos y de por terminada la fiesta. Sin previos o un buen pete a voz que por lo menos dejara un buen recuerdo o sensacion, ahi te preguntaras, vale la pena? tanta madriza para no coger siquiera a gusto? buen texto suerte. camsecsshhhh

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  2. jajajajajaja...es justo lo que nos pasa a mi carnala y a mí cuando por algún arte de magia(leáse retiros espirituales)mis padres nos abandonan entre 1 y 3 días,según nos repartimos las tareas,para que no se nos haga tan fácil mantener la casa reluciente como siempre la tenido mamita,pero na,dos horas despues de que se fueron mis padres,mi casa es un caos,los 400 o 500 varos que nos dejan terminan siempre en banderillas y alitas y obvio chelas y tabacos...jajajajaja
    yo sí que seré una pésima ama de casa,al menos mi hermana sabe cocinar,pero yo ni eso...chale por eso creo que nunca me voy a casar...
    =P
    besos mi querido Dinosaurio Anacléctor!!

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