martes, 26 de abril de 2011

Breve manual de costumbres en la lucha libre (Palabras Malditas. Enero, 2008)

Si usted es de las personas que siente atracción por la lucha libre pero se limita a vivir las emociones del pancracio desde la comodidad de su cuarto de televisión, ¿qué espera? ¡Levántese y atrévase a vivir la experiencia de acudir a una arena! En caso que decida sentir la adrenalina de la lucha libre en vivo, le sugiero tome en cuenta las siguientes recomendaciones, mismas que le servirán para hacer más placentera su vivencia:

1. La lucha libre no es un deporte para nacos. Durante años se arraigó la falsa creencia que las luchas eran un espectáculo exclusivo de la barriada. Sin embargo, si algo caracteriza a este deporte actualmente, es su apertura a todas las clases socioeconómicas, lo que permite amalgamar una singular dinámica dentro de las arenas. Si usted tiene la creencia de que los recintos de lucha libre son cuevas tenebrosas atestadas de gente vulgar, está en un error. Una función de lucha libre es un espectáculo singular que forma parte del folclor mexicano y por esta razón en una arena de lucha libre usted podrá encontrar personas y personajes de todo tipo: desde borrachines de la más baja calaña que pasan la función haciendo el ridículo, hasta gente picuda que se hermana con el resto de la gente con el único objetivo de disfrutar de la función.

2. Todas las arenas son diferentes. No se deje sorprender, no es lo mismo asistir a la Arena México (considerada la Catedral de la Lucha Libre), que a la Arena Coliseo, la Arena Naucalpan, el Toreo de Cuatro Caminos, o algún otro recinto donde se ofrezcan funciones luchísticas. Cada recinto se encuentra en manos de una empresa que concibe la lucha libre de manera diferente. Para algunas empresas como el Consejo Mundial de Lucha Libre (CMLL) o Triple A (aunque de estilos muy diferentes entre una y otra), el espectáculo está centrado en lo que se verá en televisión y por lo tanto, la gente puede encontrar elementos dispuestos para el show como los juegos de luces y las edecanes, que sin duda resultan muy atractivos para la función. En arenas denominadas chicas, como la Naucalpan, la López Mateos o cualquiera de provincia, se le da prioridad al luchador y su trabajo, sin hacer alarde de componentes tan espectaculares. En las funciones itinerantes como las de Triple A, o las que se importan de los Estados Unidos (principalmente por la WWE), es común dar seguimiento a rivalidades cuyas historias se van escribiendo fuera del ring y que dan secuencia a un scrip, lo que las hace parecer telenovelas que concluyen en hechos casi siempre predecibles, que dejen a la gente satisfecha. Si usted no está familiarizado con la dinámica de estás empresas, opte por opciones más tradicionales. Sin embargo, recuerde que no existe mejor arena que aquella que lo haga sentirse en ambiente.

3. Llegue con anticipación a la Arena. Si ha decidido asistir a una función de lucha libre, procure llegar a la función con algunos minutos de anticipación. Siempre es bueno empaparse de todo lo que rodea a una función, conseguir algún souvenir y hacerse de las tradicionales botanas. Para adentrarse en la lucha libre es importante sentir la adrenalina desde la banqueta, uno nunca sabe lo que puede encontrar en torno a las arenas.

4. No se quede con las ganas de nada. Si algo le llama la atención, no se quede con las ganas: pregunte. Si le gusta una playera, pida que se la muestren; haga lo mismo con las máscaras. Pero no se deje sorprender: siempre hay un puesto donde estos artículos tienen la misma calidad y resultan ser más baratas. Otra cosa muy importante: no todos los luchadores pertenecen a la misma empresa. Si usted no está familiarizado con las diferentes compañías que organizan funciones, investigue. También es muy importante que indague sobre los luchadores que se presentarán. No hay cosa más desagradable que encontrarse una máscara de Dr. Wagner Jr. o de Rey Misterio Jr., en una función de Triple AAA, o una playera de los Hell Brothers o La Parka, donde estén peleando los Perros del Mal. Cuidar esos detalles que a algunos les parecen insulsos, hablan del buen gusto de quienes asisten a una función.

5. Compre sus entradas en la taquilla. La reventa es un cáncer mundial que es necesario evitar. Sin embargo, existe una ventaja cuando se compra un boleto directamente en la taquilla: el programa de mano, mismo que las empresas (por tradición), están obligadas a regalar. Dicho programa puede volverse un objeto de colección entre los conocedores de este deporte por lo que se sugiere no tirarlo.

6. Intégrese a una porra. En todas las arenas hay grupos de animación que apoyan a sus luchadores preferidos. Las denominadas porras pueden ser rudas, técnicas, o bien, apoyar a los luchadores sin importar su estilo. Identifique a las distintas porras de la arena y si se anima, intégrese a una, basta con que se sacuda la pena y se anime a gritar. No tenga miedo a las groserías, miéntele la madre al luchador que le caiga más gordo y entréguele su reconocimiento al que ofrezca un trabajo pulcro. Eso sí, el riesgo de pertenecer a una porra implica ser objeto de la misma cantidad de mentadas de madre que usted profiera, o en otras palabras, “el que se lleva, se aguanta”. Eso sí, la rivalidad entre los grupos de animación es igual a las rivalidades de los luchadores: se termina cuando finaliza la función. Sin usted se vuelve fiel asistente a una arena, no tenga miedo, integre su propia porra e imprímale su sello personal, no se va a arrepentir.

7. Las primeras luchas son flojas. En el argot de la lucha libre, las primeras batallas se conocen como las calienta lonas. Son duelos regularmente flojos que van subiendo de intensidad gradualmente y depende del público que estás luchas se vuelvan amenas e intensas. Si usted no ve sillazos, ni sangre en las primeras luchas, no se desespere. Tenga presente que estos aspectos son únicamente circunstanciales y dependen de las condiciones en que se desarrolle una batalla. Es necesario entender que los luchadores no suben al ring para matarse entre sí: su trabajo es combatir utilizando ciertas técnicas para rendir al rival. Si a mitad de la primera lucha. se siente tentado a gritar que usted lo haría mejor, tenga cuidado, el cuerpo de un mortal no está acostumbrado a los esguinces, las torceduras o las fracturas. Si la primera o segunda luchas, no son de su agrado, estudie el entorno; tómese una cerveza, deguste sus pepitas y espere la tercera lucha estrella.

8. La lucha es de quien la trabaja. Hay gente que acostumbra a agredir a los luchadores. Si usted cree que el precio de su boleto incluye semejantes actos de barbarie, está equivocado. Los gladiadores están acostumbrados a las mentadas de madre (que en el caso de los luchadores rudos, son una especie de aplauso), a las ofensas de todo tipo. Hay luchadores que, incluso, se dan tiempo para interactuar con el público: le dan un trago a su refresco, se sientan en las piernas de su novia y hasta lo usan como escudo al momento de los sillazos. Tome en cuenta que esto es parte de la magia de la lucha libre, de una breve interacción con el público. Deje que los luchadores se avienten la cervezas en la cara o se escupan entre ellos, usted sólo límítese a pagar el trago que fue a dar al rostro de un gladiador y a pásele un pañuelo al escupido.

9. Aplauda. La lucha libre se desarrolla bajo diversas vertientes. Así como existen gladiadores conocidos por usar las rudezas desde que salen del vestuario y que cumplen el cometido de encender los ánimos del respetable, hay otros que son capaces de utilizar la técnica de principio a fin. Una lucha a ras de lona, de llaveo y contrallaveo, es un lujo que pocos tienen el privilegio de presenciar. Si usted tiene la suerte de gozar una lucha de este tipo, aplauda y ovacione a los luchadores. Si de plano, la batalla cumple el cometido de trasladarlo al limbo de las guerras, arroje una moneda al centro del cuadrilátero, es una tradición que los luchadores le agradecerán.

10. Siéntase orgulloso y regrese la próxima semana. Si tras presenciar una función de lucha libre usted queda satisfecho, siéntase orgulloso. Lleve a su oficina los souvenirs que adquirió y narre a sus compañeros alguna aventura fantástica. De ser posible, convénzalos de acompañarlo a la arena en una próxima ocasión. No olvide el programa de mano, ese papelito puede convertirlo en el personaje más singular de su entorno. Recuerde que no es lo mismo asistir a la lucha libre con su familia que con sus amigos. Lo importante es que abandoné el sofá de su casa y visite las arenas.

*Texto publicado bajo el pseudónimo de Máscara Maldita

1 comentario:

  1. Yo iba a las luchas con mi MaLuz,desde que murio no he pisado una arena,pero son los mas chidos recuerdos de mi infancia y adolescencia..la emocion de ver a los luchadores y la pasion y entrega de la gente!!
    Chingon!
    Bissous Anaclector!

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