viernes, 14 de enero de 2011

Detalles inolvidables.

Mi ex amigo y vecino Tom solía cortar una rosa blanca del jardín de su abuela, misma que colocaba en agua con anilina cuando menos dos días. El ejercicio aprendido en la clase de ciencias naturales, le ayudó a sorprender a más de una de sus impresionables novias que de inmediato caían rendidas ante el poder de una rosa azul. Alguna vez intenté lograr el mismo efecto que Tom pero a cambio, estoy seguro, que pasé a la posteridad como el idiota que regalaba flores marchitas de color sepia.
Aferrado a ese ridículo deseo de querer ser recordado por un detalle agradable, cuando cursaba el tercero de secundaría, invertí la mayoría de mis ahorros en Garfields de peluche que solía entregar a mis ingenuas noviecitas; el gato obeso y huevón era el muñeco de moda y por eso creía en su poder infalible, sin embargo, como una maldición, cada vez que regalé uno de esos gatos huevones, las chiquillas terminaron cambiándome por algún pelagatos que sabía bailar salsa "con vueltecitas" o que se peinaba como Vanilla Ice.
Fue en la preparatoria cuando conocí al Kamala, un sujeto horrible cuyo don consistía en gozar de los besos y abrazos de muchachas consideradas más sabrosonas. El Kamala solía escribirles sesudos acrósticos que colocaba anónimamente en sus mochilas, siempre acompañados de un chocolatote Kiss de Hersheys, de esos que pesaban medio kilo. El día que se me ocurrió imitar su estrategia, sólo logré que mi novia fuera poseída por un demonio que provocó que me mandara directito a la chingada: “¿quieres que me trague todo ese chocolate para ponerme así de gorda y para que la cara se me ponga como un cacahuate garapiñado?
Después de este suceso una etapa de sequía amorosa inundó mi vida y de lejitos, como hacemos los perdedores, me conformé con ver la forma en que sujetos más idiotas que yo llenaban de detallazos a sus chicas. De esa forma supe que Memo regalaba a sus novias unos muñecos cachetones llamados Cabbage Patch y los muy imbéciles jugaban a que el mono cachetón era su hijo; el Flaco, les obsequiaba pulseras tejidas por él mismo donde podía leerse el nombre de los novios; Omar solía darles unas tarjetas de papel reciclado que mandaba hacer sobre pedido y cuyo efecto era contundente; Raúl, les compraba un anillito con carita feliz, Mariano les daba unos monos feos llamados Burundies y Pablito les regalaba un condón envuelto como paletita de caramelo.
Sin embargo hay de detalles a detalles. En la universidad conocí a un tipo muy peculiar cuya imbecilidad no tuvo límites: todas sus novias, incluida su hoy ex esposa, fueron acreedoras a un disco de Ricardo Arjona. Si esto le genera risa querido lector, es mejor que guarde la mesura porque el sujeto tuvo mucho éxito con este ofensivo obsequio. Me queda claro que ninguna de aquellas chicas desea escuchar el nombre del tipo al que hago referencia pero también tengo la certeza que todas, en su momento, se sintieron halagadas con semejante mamadencia.
Escribo lo anterior mientras contemplo un poemario llamado El monstruo de arriba de la cama y caigo en la cuenta que ese libro ha marcado mis últimas relaciones sexosas para gratitud de quien lo escribió pues tal vez soy el único imbécil que ha comprado más de un ejemplar. Me queda claro que existen ideas que te pertenecen pero que para nacer tienen que canalizarse en mentes más ágiles que la propia y El monstruo es un ejemplo de ello, por lo tanto mi reconocimiento al escritor cuyo nombre no recuerdo ahora pero sé que es mi amigo y le debo unas cervezas. A veces me pregunto si mi amigo escritor habrá tenido el mismo efecto con las chicas gracias a alguno de sus libros. Nadie sabe para quien trabaja.
También lo escribo porque me he enterado que se ha agotado la edición de ese poemario y que de hoy en adelante tendré que darle un sello diferente a mis siguientes affaires. ¿Alguna sugerencia aunque resulte ridícula? Únicamente, por salud universal, absténganse de sugerir discos de Ricardo Arjona o libros de Mario Benedetti.

5 comentarios:

  1. De mis (ex)novias he recibido regalos tiernos, padres, algunos ostentosos, chafones, de todo pues, pero si algo me queda claro es que quiero estar con una persona que siempre sea capaz de regalarme un buen libro.

    Atte. Ya sabes.

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  2. Jajajaja... muy bueno, muy bueno! En lo personal, odio los monos de peluche, las cartas llenas miel que empalagan y los regalos que no sirven para nada mas que para ponerlos de adornito, al final estorban y acabo tirandolos a la basura. En cambio, las flores, las locuras compartida y los momentos junto a la persona que se ama, vaya que si son inolvidables!!!!

    P.D. Creo que el disco de Arjona también hubiera funcionado conmigo cuando era una puberta universitaria, pero ahora solo me serviria para mandar a volar al tipo por cursi y maricón...jejejeje!!!

    Besos!!!

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  3. Mhmmm creo que todo depende de la chica a la que quieras conquistar. A la mayoría de las mujeres les encantan los muñecos de peluche, los discos con la "canción de los dos", flores, chocolates...

    Ya mas "caras" les encanta la ropa, joyas o accesorios de marca.

    A las "freaks" como yo... bueno a mi me conquisto mi esposo con una tanda de mails de filosofia, varios poemas con influencia de Bukowsi, Cioran y Levtich, un tatuaje pagado por el y la promesa de una vida libre, llena de libros, música, nicotina, sexo y claro esta, amor...

    Me gusto...

    PD Donde consigo ese libro?

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  4. A mi me regalaron no uno, sino dos de los discos de Arjona (talvez sea el mismo tipo, mmmmm, no, no lo creo) bueno pero pues ahora despues de 15 años nada que veerrr, si me regalan un cd de Arjona, les regreso una patada en el trasero, jajaja. Ahora, lo mejor (al menos para mi) es que el detalle sea original o creativo, algo significativo muy de los dos o bien; algo caro... ;D

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  5. Que bueno que mi madre me tiro mi caja de cursilerias y mira que eran muchas, los peluches en mi cuarto de soltera abandonados, me sirven para recordar como una cara de "con esto ya seguro cae" me fueron obsequiados, vivi varios tipos de hombres con detalles diferentes, pero lo raro es que solo recuerdo a los que sin regalarme nada me brindaron grandes detalles de su tiempo, platicas largas y sustanciosas, (suspiro he!) pero en el amor todo se vale no? un abrazo Hector como siempre un placer leerte.

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