En mi comunidad existen varios personajes famosos cuyos nombres resultan completamente desconocidos para todos. Me percaté de lo anterior cuando el señor cartero (que en realidad ha dejado de serlo y ahora sólo reparte recibos telefónicos, estados de cuenta del banco y citatorios-amenazas de bufetes jurídicos) tocó a mi puerta preguntando por un tal Eleuterio Morones.
Tal vez fue por mi cara de interrogación que el señor cartero se enteró que me encontraba en la misma condición de pendejo que él y que no tenía ni la más remota idea de quién era el tal Sr. Morones. “Es el Tata”, dijo una vecina que justo pasaba por donde el cartero revolvía con desesperación un montón de sobres. Semejante señal fue suficiente para ubicar al interfecto e indicarle al máximo enemigo de los perros el camino que tenía que seguir para dar con el paradero de Eleuterio Morones Tlalape (según leí en el sobre), mejor conocido por todos como el Tata.
Entonces, de la nada, una pregunta trascendental me vino a la mente: ¿por qué un sujeto que tiene nombre y apellido es conocido por un mote tan insignificante como ese? Enigmas sin resolver. De pronto, mientras intentaba resolver el acertijo, recordé que varios personajes famosos con los que suelo departir las coca colas frías, las tortas de tamal y los debates sobre el futuro del futbol nacional, no tienen un nombre pero sí un bien ganado apodo que su razón tendrá pero que hasta antes de hoy me venía valiendo madre.
Por ejemplo: dígame usted, amable lector, ¿a qué le suena el Virus, la Cocoy, el Sopas, la Chepis, el Choro y la Chiquimonster? A mí me suenan a gente venida de otro planeta. Categoría aparte merecen aquellos cuyos motes son el Mamucas, el Mamacito, la Canelita, el Trucutú, la Tarolas o el Rondanas. En este caso sería un ejercicio interesante para los sociólogos de este país, desentrañar este misterio. Existen otros sobrenombres que de plano me mueven al escrutinio de la personalidad, por ejemplo: la Pérsica, el Madrota, el Caguamo, la Gloria (sí, es apodo), o la Pantufla.
Los apodos más comunes son aquellos donde las características físicas se vuelven determinantes para ver en los humanos a ciertos animales; así, ¿cuántos de nosotros no hemos conocido a un Tejón, un Ratón, un Caballo, un Gato, un Gallo, un Zorrillo, un Burro, un Perico, una Iguana y hasta una Largartona?
Existen otros motes que me parecen indescifrables pero que al develar el misterio suelen ser graciosos como es el caso del Windows, para lo cual hay que observarle la dentadura; el Roxtro, cuya cara nadie puede ver; o la Culpa, a quien nadie se quiere echar.
Quien recibe un apodo puede considerarse un afortunado pues es seguro que la gente ve en él un homenaje a ciertos personajes cuya efímera relevancia el tiempo se encargará de enterrar pero paradójicamente el mote se mantiene vivo. En este sentido pienso en apodos como el Sinclair, el Perucci, Chico Ché, el Pirulí, la Pelangocha, el Pirrurris, la Babis, el Tuntún, el Sayas, el Chabelo o el Tata, que ahora que lo recuerdo era un viejecito achacoso que siempre andaba pidiendo su cocol. Por lo anterior, conmino a todos mis lectores a que compartan los apodos más simpáticos y comencemos a construir una compilación de apodos mexicanos y, por otro lado, promuevo la propuesta de ley para que la los documentos oficiales tengan un apartado en el que pueda escribirse el sobrenombre al que uno se ha hecho acreedor. He dicho.
No me habia puesto a pensar en la fuerza de los apodos pero tienes toda la razon, recuerdo a varias personas por su apodo que por su nombre que barbaridad, recuerdo a: "El Tejuino", "El cuadrado", "El cachito", "El cilindrero", "El Charpey", "La vieja cochina" (esta ultima señora nunca supe su nombre, porque todas las vecinas asi la referian, hasta que murio supe que se llamaba Cristina,... La verdad no se si en otro pais se de esto, pero para los apodos hay gente que tiene una creatividad tremenda, Un abrazo mi querido amigo
ResponderEliminarEs verdad Lolita: Anoche, mientras redactaba el texto intentaba acordarme de un montón de apodos pero me fue imposible. Ahora recuerdo a La Mocos, La vaca (que era hombre), el Fideos, el Mosco, la Tira, la Perra, el Loco... vaya. En otros países sí ponen apodos y no son muy diferentes: conocí un argentino que le decían el Conejito, otro que era nombrado el Apache (futbolistas, por cierto, también seapodan de esta forma).
ResponderEliminarGracias por siempre comentar.
Tienes toda la razon muchas veces no conocemos el nombre de la persona y cuando preguntan uno no sabes ni quien es. Ni el trabajo de registrar a nuestros hijos siempre predomina el apodo que le pongan ja ja.. saludos.
ResponderEliminarRecuerdo que en la secu, a un compañero le decíamos el "Chenson", fue el primero en llevar una mochila de esa marca y le gustaba su apodo.
ResponderEliminarOtros no corren con tanta suerte, el caso es de mi aún cercano amigo "El Cone", quien evidentemente sufría la crueldad de los compañeros y amigos. Sólo los profesores y yo lo llamábamos por su nombre de pila.
En la prepa teníamos a "El Nari", que sospechaba que tenía apodo pero se encrispaba inmediatamente si notaba que alguno de los amigos sugería el mote. En una ocasión organizamos una fiesta para socializar su apodo, la titulamos: LOS NARI AWARDS. Creamos spots tipo radio y preparamos sobres con nominaciones que nos ridiculizaban a todos. A los ganadores se nos entregaba una (o varias, según el caso) estatuilla hechiza elaborada a partir de bustos de plástico del entonces famoso Michael Jordan, mismos que contenian unos chicles de bolita color naranja megadurísimos. Los modificamos con una nariz bizarra de plastilina y pintura dorada. Adivinen quién fue el único que no asistió. Tardó al menos unos 6 años en digerirlo y aceptarlo.
Últimamente veo que unas amigas tienen agregado en su feis a "El Rompopes", ve tu a saber el motivo (para evitar caer en lo evidente).
Desde luego que hay toda una sociología detrás de los apodos. Muchos de ellos hacen referencia no sólo a la personalidad, sino que también a lo que se considera son defectos físicos. Pienso que para recordarle al sujeto que también es humano, pa´bajarle los humos pues.
También como forma de socialización, los apodos establecen relaciones más horizontales entre los que los tienen. Algunos apodos parten de hazañas, algunas de ellas épicas, pero la mayoría son por cagazones necesariamente públicas.
Sólo pocos logran tener un apodo decente que incluso eleva la autoestima de su portador, los demás simplemente aprendemos a reconocernos en la mirada del otro...
P.D. Un saludo con música de viento a todos los "cool aids" que disfrutan hacer leña del árbol caido, y que han registrado en su haber, mas apodos ingeniosos que un cura nombres en pila bautismal.
Nota: Actualmente el (ex)Cone es el destacado Arquitecto U****s O***z R***s . Vive en un depa de la Colonia del Valle y todos los días va muy fufurufo a su trabajo en su flamante Jetta. Cuando voltea para dar vuelta en una esquina nadie nota su perfil, se operó la nariz.
Mta... a mi me decian "Kruger" por mi apellido y te jure que odie al pinche tatemado hasta que el alien le dio en la madre...Y desde hace mil años me dicen Canela...
ResponderEliminarMe acuerdo de Don Galleto, el viejito que trabajaba en Gamesa y se chingaba las galletas para venderselas a los vecinos. Y los apodos de toda la camarilla de la calle, el Irus, el Maracas, el Cacas, el Tomillo, el Toro, el Mugres, La tripa, Los Patricios ( amantes del Patrick Miller..jaja)en fin...
Me gusto mucho, saludos.