viernes, 5 de noviembre de 2010

Los exorcismos.

El día que mi amigo Toñito cumplió la peligrosa edad de doce años, su hermana Lupe decidió que era momento de experimentar cosas aptas para hombres por lo que decidió citarnos esa misma tarde en su casa justo cuando sus padres salieran a visitar al tío Ultiminio, que yacía en una cama desde que la burra Bernardita lo mandó al suelo por vía de una patada.
Aún emocionados por la invitación, puntuales acudimos Abel, Tomás y un servidor hasta la casa de los hermanos que muy sonrientes abrieron la puerta y nos invitaron a pasar hasta la recámara de Lupe, situación que nos llenó de un extraño nerviosismo pues si las leyendas de los mayores resultaban ciertas, estábamos a unos minutos de experimentar nuestra iniciación en algún misterio de la vida. Lupe, que portaba unos shorts de mezclilla muy ceñidos y una blusita de tirantes, que en ciertos momentos aplacaba la imaginación pero alborotaba los humores de los presentes, nos pidió que nos acomodáramos en torno a su cama y nos tomáramos de la mano. Lo hicimos. Después sacó una cajita parecida a la del Turista mundial y de ella sacó una tabla y un triángulo de madera, dijo algunas cosas que nadie entendió y nos presentó con alguien que no estaba presente cuando menos a nuestros ojos.

     - ¿Quieren saber cuándo se van a morir?

Nadie respondió. Ante nuestra falta de iniciativa, la hermana buenota de Toñito le preguntó a la tabla que si quería jugar con nosotros y el triangulito se desplazó a una casilla donde la palabra “si” no se mostraba como la posibilidad más emocionante para nosotros.

     - ¿Quién se va a morir primero de estos chamacos? –preguntó Lupe en voz alta mientras el triángulo se desplazaba por cada una de las letras que conformaban la pregunta–.

Cuando me percaté de que el triángulo se posicionaba en la letra H y se dirigía rumbo a la E tomé la sana decisión de mandar el jueguito a la chingada y salí de la habitación de Lupe cargando un temor que se me acumulaba en el estómago en forma de dolor. Cuando iba a abrir la puerta que daba a la calle, las luces se apagaron, un vientecillo me golpeó el cuerpo y grité como hasta ahora nunca lo he hecho. No recuerdo si me desmayé, sufrí un shock nervioso o tuve mi primer infarto, pero la siguiente escena que viene a mi memoria la de de mi mamá rezando un rosario junto al padre Benito mientras yo sostenía un cirio en la mano derecha y una tarjeta de San Hipólito en la izquierda.
Cabe resaltar que desde entonces, mi amistad con Toñito se fracturó y a consecuencia de ese distanciamiento, pasé años saboreándome a su hermana buenota en una total soledad que se extinguió cuando Lupe fue a dar a un hospital psiquiátrico (según versan los rumores de los vecinos) pues parece que le había dado por personificar a la niñita de película La maldición cuando menos tres veces a la semana.
Sólo hasta anoche, que escuché a un sacerdote hablar sobre exorcismos, mis sospechas se reafirmaron: probablemente Lupe estaba poseída por un demonio noruego que le pedía en tributo las almas angelicales de tres angelitos, pero como yo deserté a tiempo de la ofrenda supongo que ella tuvo que pagar en cuerpo y alma mi desacato.
En realidad no sé qué tan cierto sea eso de que el chamuco y sus secuaces puedan meterse en los cuerpos de ciertas personas pero por si acaso, aquí les dejo las tres características que tienen los posesos pues supongo que de algo les puede servir:

1) Poseen una fuerza física superior a la de cualquier persona (titanismo o sansonismo), por lo que una chaparrita del tamaño de La Güereja bien podría levantar al luchador conocido como Súper Porky (Brazo de plata) empleando únicamente la fuerza de su dedo meñique. Si lo anterior es cierto, algunas posibles posesas pueden ser: Soraya Jiménez Mendivil, campeona olímpica de halterofilia; mi tía Ramona, cuya capacidad para cargar marranos los domingos de carnitas es realmente paranormal; y todas las niñas de primero a cuarto de primaria que son capaces de transportar el doble de su peso en útiles escolares.
2) Hablar fluidamente una lengua extraña nunca antes aprendida (xenoglosia). Bajo este criterio, todos los que hablan con la efe y mi tío Teodosio en estado de ebriedad, cumplen con el requisito.
3) Aversión a cualquier imagen religiosa. En este caso, el requisito lo cumplo yo.

Otras características que pueden ayudar a identificar a un poseso son: la clarividencia, las dermografías y la levitación. Si lo anterior es cierto, puede estar usted a un lado de un poseso sin haber reparado en ello, así que mejor haga caso a este artículo y consulte a su exorcista de confianza.

5 comentarios:

  1. Me reí mucho, jajajaja; de hecho todavía...

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  2. Me encanta!! me río como loca... como poseída!! jajaja... besos...

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  3. Pues yo en la secundaria pase por algo parecido, llevaron una quija y yo al verla desapareci, también habia otro juego parecido que se hacia con tijeras abiertas y también me hicieron desaparecer, tal vez sea pura sugestion pero prefiero no mezclarme con esos asuntos, aunque estuvo mejor que corrieras, antes de escuchar algo feo para ti, creo que casua el mismo efecto que en mi jajaja. Como siempre un gusto leerle aunque para este fue un susto leerle.

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  4. Gracias por comentar.
    Además del juego de las tijeras y otros que aparentemente sirven para invocar demonios, en la preparatoria solíamos jugar uno que consistía en "matar a alguien" y mientras lo levantábamos apoyados de los dedos, al final lográbamos hacerlo levitar. No recordaba eso hasta anoche. Changos, lo que logra la sugestión.
    Saludos.

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  5. chido por esasa memorias y creatividad bro,chido leer tu cotorreo,sigue igual carnal

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