lunes, 30 de agosto de 2010

Yisus, da son of Lord...

No le salen rayos gamma por las manos, tampoco lassers de los ojos; no tiene puños atómicos, ni sabe karate pero acribilla masas con lecciones de bondad redimiéndolas con gran facilidad. Se encuentra aliado con el diablo y poco parece importarle la humanidad (los mexicanos, haitianos y sudafricanos en especial).
Contiene los siguientes accesorios:
- Báculo mágico con el que serás medido
- Agua bendita espanta demonios
- Corona de espinas letal
- Túnica guerrera

¡Es Jesus warrior!

"Repite todas sus parábolas y oraciones"
Come tunas y nopales


sábado, 28 de agosto de 2010

De estupideces y amor.

El amor lo echa todo a perder.
Primero, ella susurró a mi oído que me amaba, que daría su vida por mi.
¡Pinche falsa!
Salió huyendo cuando supo que tenía un pasado con el que no podía lidiar. Después de mucho buscarla (me encantaban sus nalgas), decidimos que seríamos cómplices. Ella dijo, amigos con derechos. De todos modos acepté.
Hoy ella ha vuelto a decir te amo. No me lo ha dicho a mí, se lo ha jurado a un imbécil que no conoce pero ella cree amar. Nuevamente nos hemos alejado.

Ya la extraño, las pajas a esta edad no se sienten igual.

jueves, 26 de agosto de 2010

Vecinos infumables.

El reclamo resultó brillante: “yo no te pedí nacer”. Acto seguido, se escuchó el golpe seco de la madera de la puerta golpeando contra el marco; justo en ese momento decidí dejar mi periódico a un lado, mentar madres, apresurarme encender la computadora y ponerme a escribir.
Es verdad que uno no elige a la familia con la que vivirá los primeros años pero después viene la reivindicación cuando llega el momento de mudarse de casa. En mi caso, no he vivido en muchos lugares diferentes al hogar que me vio crecer por la sencilla razón que, hasta hace un tiempo, vivir en la colonia Atlanta resultaba realmente placentero. Pero un día todo cambió: los viejos se quedaron sin trabajo y se vieron obligados a autoexiliarse a los patios de sus casas, los más pequeños crecieron envueltos en modas incorregibles que han provocado estragos en su psique y nuevos vecinos vinieron a trastocar la privacidad de los viejos moradores. Las evidencias son claras de tal modo que pondré a su consideración los hechos ocurridos este fin de semana.
Sábado, 7:50 am. Mientras los primeros rayos de sol se cuelan por mi ventana, el grito de un hombre con acento campirano me hace rodar por la cama y azotar como costal de naranjas de Cerro azul. El “ayayay” me hace pensar en tres opciones: 1) mi vecino de la tercera edad está siendo violado por sus ex amantes, 2) mi vecino está sufriendo un colapso hemorroidanal en el baño de su casa, y 3) mi cama era una máquina teletransportadora que me aventó a una película de Pedro Infante. Cuando reacciono del madrazo, corro hacia la ventana y descubro con horror que el chingado viejto instala un sistema de sonido en su jardín mismo que, me temo, será mi perdición en los siguientes meses si considero que su acervo musical data de 1935 y que su grupo preferido son Las Jilguerillas. ¡En su puta madre! Sin más remedio, abandonó la cama y apresuro las actividades que ese día había programado para después del medio día.
12:15 pm. Con el desvelo a cuestas (el trabajo intelectual exige más empeño nocturno), me dispongo a preparar una carne asada para agasajar a los cuates pudientes y futuros funcionarios de CONACULTA. Dispongo de una parrilla en el jardín y banquitos para todos. En la grabadora enchufo la USB y enseguida Miles Davis se hace presente; más adelante se escucharán Metallica, Rob Zombie, Pantera y Sepultura, todo está debidamente programado. Cuando llegan los primeros invitados, la voz de Leonard Cohen es interrumpida por esa joya de la música universal: Tu cucu. Así, entre la Sonora Dinamita, Sandro de América y la Guaracha Sabrosona, mi parrillada se viene abajo por lo que mis amigos huyen despavoridos de tierras apaches. Miento madres mientras recojo los manjares no degustados y buscó en la televisión un juego de futbol.
11:15 pm. Me dispongo a dormir para recuperar las horas de sueño que me fueron robadas. Mientras arreglo mis cobijas, varios carros se estacionan frente a mi casa y al grito de “ando bien loco, ando bien pedo”, mis jóvenes vecinos inician una pequeña reunión. Entre gritos, que me hacen imaginar que los participantes se están picando la cola colectivamente (¡ay ay ay ay aaaaaay!), el sonido de la banda muta a los infumables bumbumbúnes del reggeton mismos que inquietan los vidrios de las ventanas. En ese momento me viene una malsana sensación propia de un collective killer, las sienes parecen reventarme y mi imagen descarnando cuerpos de new rancheritos pendejos se vuelve recurrente.

Domingo, 4:15 am. Botellas que se estrellan contra el piso, chiquillas berreando y mentadas de madre que son proferidas por voces aguardientosas, son el preámbulo de la llegada de media docena de patrullas que con sirena y torreta encendida hacen su espectacular aparición para esparcir el motín. Al final el cansancio es más poderoso y me quedo dormido.
8:30 am. Mi vecino de la tercera edad insiste en despertarme temprano, igual que en su rancho. Mientras trabaja con martillos, serruchos, pericos y llaves 3/8 que constantemente caen al suelo, mi sueño vuelve a huir a un mejor lugar. Me resisto a salir de la cama hasta el medio día a pesar de que es imposible dormir.
12:20 pm. Un tercer vecino, adorador obsesivo de sus automóviles, se dispone a lavar su viejo Datsum para lo cual dispone su disco con 150 éxitos de la música grupera, mismos que “le contienen”: Libros tontos, Hoy se casa mi amor, Vestida de color de rosa, Las casas de madera, Eslabón por eslabón, Mi casa vieja y 146 canciones más de los grandes artistas gruperos. ¡Madres!
Sin más remedio, me levanto a seguir con mi jodida vida. Al repasar el periódico encuentro una nota perdida entre capados y descabezados que indica que el IPhone 4 tendrá aplicaciones de sexo virtual, una chingonería que echa a volar mi imaginación. En ese momento, algo que parece ser un florero estrellándose contra la pared trastoca la rutina del fin de semana; después se escuchan gritos, llantos, reclamos y finalmente, la voz de mi vecina de 15 años que estremece la estabilidad social con la sabia sentencia: “yo no te pedí nacer”.
Con la puerta azotándose por enésima vez en esta semana, mis melómanos vecinos con su pinche escándalo y mis nervios a punto de estallar, sólo encuentro este reducto literario como único escape para no convertirme en un asesino de masas al tiempo que concluyo: si bien no pedí nacer, sí puedo elegir con quien vivir. ¡Urge cambiarme de casa, o bien, convertirme en el vecino molón!

Hoy me encontré con el diablo...

...estaba parado en la puerta de la iglesia, muy seriecito el cabrón, agradeciéndole a Dios por haberle dado la espalda a los hombres.

lunes, 23 de agosto de 2010

¡Qué importa!

Ahora que estás tan lejos
                                   (y tan cerca)
que nos separa -apenas- una pantalla
y que tus pensamientos recurrentes
se han volcado hacia mi indiferencia
puedo estar tranquilo
porque sé que nunca vas a cambiar,
tu cariño sigue -y será-
virtual.

¡Qué importa que no creas en mis palabras!
En mis silencios, en mi cariño y en mí.

¡Qué importa que pases todo el tiempo ofuscandote!
Desconfiando,
especulando.

Desde hoy te digo que eres libre
y que no puedo seguir dañándote más,
no puedo convertirme
en el blanco de tus enojos.

No quiero seguir siendo el motivo de tus desconfianzas.
                                                                   ¡NO MÁS!

Puedo admitir que no robo nada de ti,
ni tus sueños,
ni tus suspiros;
ni siquiera te importan mis besos,
mis caricias,
nada...

Así que desde hoy puedo guardar silencio
y no volver a contradecirte jamas.
Desde hoy te concedo toda la razón.

¡Qué importa!

sábado, 21 de agosto de 2010

Filosofía barata y carencia de vida.

Las actividades de las personas que no tienen vida propia son variadas, complejas y por lo tanto, difíciles de explicar. En la tipología de estos seres podemos encontrar a aquellos que ofrecen sus servicios como consejeros (¡válgame Dios!). Estas personas se caracterizan por hacer amigos a la menor provocación en la cola de las tortillas, la iglesia o la parada del camión. Su afición por estar siempre vigentes en la vida de los demás los lleva a adquirir la notable incapacidad de negarse a hacer algo que, incluso, puede estar en contra de sus principios de tal modo que suelen responder el teléfono a deshoras, les gusta instalarse como lazarillos y lo peor, son esos que se ponen en “los zapatos” del otro para servir de consejeros distribuyendo máximas increíbles que ellos mismos no son capaces de aplicar en su vida, lo cual los convierte en unos perfectos farsantes. Su filosófía barata es: "échale ganas, todo tiene solución menos la muerte".
  A esta fauna nociva se unen los que gustan de joder a sus semejantes. Las formas para hacerlo resultan un verdadero dolor de huevos, por ejemplo: están quienes usan la música como arma mortal; si usted tiene un vecino que no ha superado la etapa histórica de Allá en el rancho grande y gusta de escuchar a todo volumen a Concha La Charra, las Hermanas Águila o los Huastecos de la sierra, tiene un vecino sin vida; peores resultan los vecinos regetoneros y los narcos wannabe, de los cuales ya me daré tiempo de escribir en otra ocasión. La filosofía de estos es: "estoy en mi casa, al que ne lo guste que se cambie". Están los que joden al prójimo a base de chismes, los que sacan a cagar a sus mascotas frente a nuestras puertas y los que se paran frente a la casa gritarle a un teléfono celular. Su filosofía es: "yo si quiero ser alguien en la vida".
   Un tercer tipo de gente sin vida es aquella cuya ignorancia los hace emplear filosofía de la más barata para convertirse en defensor de causas perdidas. El ejemplo claro me sucedió hace un par de días cuando me negué a participar de un bodrio que se anunciaba rimbombantemente como curso-taller. La conductora, una señora que se hace nombrar “maestra” porque trabaja en una escuela y que suele resolver todos los dilemas educativos “mediante la teoría de Piaget”, nos exigió trabajar con una guía que ella misma no fue capaz de descifrar por lo que plácidamente indico: “como así viene la guía y así nos dieron el curso, hagan las actividades que se les indican; si tienen alguna duda, lean los anexos”. Semejante farsa me hizo abandonar inmediatamente el grupo cargando la pavorosa sensación de que esa tarde debí quedarme en mi casa a estudiar los efectos que en la psique produce el programa televisivo de la señorita Laura. Pero apenas había avanzado unos metros, otra señora que también se hace llamar maestra porque jura haber estudiado una maestría, ordenó que regresara al grupo. Ante mi firme negativa primero me tachó de presumido a lo que apelé etiquetándome como soberbio; posteriormente me dijo que ella sabía más que yo (¿quién es la presumida?) y que podía demostrármelo en un debate, el cual acepté de inmediato, pero ella cambió la conversación y me dijo que “una máxima fundamental de la vida indicaba que soy una manzana podrida que pudre a las demás” y que “mi mala vibra produce efectos negativos en los otros”. Ante semejante aseveración sólo pude poner cara de nada y pensar en el lado oscuro de los caballeros jedis. Finalmente y tras una negociación en la que me comprometí a regresar al otro día mostrando una brillante sonrisa (lo cual no significaba participar en el curso de marras), me di a la tarea de pensar en los extraños motivos que mueven a ciertas personas a hacer partícipes de sus ridículos a los demás sólo por no tener una vida. Tan tán.

martes, 17 de agosto de 2010

domingo, 15 de agosto de 2010

Fracasados de éxito S.A. (emagazine, julio de 2010)

A quien corresponda:

El juego ha terminado.
   Cierro los ojos, respiro profundo y apago el televisor. Me levanto del sofá y sacudo los restos de palomitas que tapizan mi playera negra. De un solo trago bebo el resto de mi cerveza mientras observo un platón con comida que seguramente tendrá un sabor amargo y rancio. Instantes después salgo a la calle, un extraño silencio invade el ambiente. Es como si alguien importante hubiera muerto y todos los que me rodean estuvieran de luto. En los viejos hay desconsuelo pero se mantienen sonriendo porque no sirve de nada ocultar algo que sabían con antelación. Algunos niños, evadiendo su realidad, se corretean a la mitad de la avenida; otros, los más osados, patean un balón con enjundia como queriendo corregir con su juego el curso de la desilusión. “Ellos son el futuro de este país, los que sacarán algún día la cara por el fútbol nacional”, se me ocurre pensar ilusoriamente frente a este dejavú. Uno de los niños juega a ser Andrés Guardado, otros dos se disputan el nombre de Javier “el Chicharito” Hernández, y uno más que es resguardado por un par de piedras, aduce ser Guillermo “Súper Memo” Ochoa.
   Un grupo de jóvenes se toma con chacota la derrota lo que provoca que los más ortodoxos se lamenten este marasmo: “por eso es que estamos así, porque creemos que burlándonos exorcizamos el fracaso.” Me pregunto: ¿qué otra cosa se puede hacer cuando, incluso, la triunfalista frase “sí se puede” ha mutado en burla gracias a un grupo de mentecatos que se la han adjudicado para producir un nuevo sofisma transmitido hasta el hartazgo por radio y televisión?
   Los jóvenes son los que más pena me provocan. Muchos de ellos son talento desperdiciado que pueblan las calles cobijados con el calificativo de “ninis” pero que resultan ser buenos para el pambol, el tocho, el basquito, las ruedas, el grafiti, e incluso, la escritura. Si tan sólo alguien pudiera redimirlos de su realidad y ofrecerles explotar su talento por menos de lo que le pagan a un sujeto que dice ser jugador profesional de fútbol. Pero eso no va a pasar porque vivimos en México, un país donde comemos, bebemos y soñamos fútbol; dónde el deporte nacional por antonomasia consiste en sentarse frente al televisor a escuchar a los doctos iluminados que dicen conocer sobre este deporte pero que no son capaces de revolver las aguas putrefactas del negocio que esto representa para un grupúsculo de privilegiados que ellos mismos representan y que han logrado que un país sufra cada cuatro años por culpa de once sujetos lerdos dirigidos por un mentecato que pomposamente se hace llamar director técnico.
   Señores: temo afirmar que el descalabro del día de hoy es el comienzo de un camino de cuatro años durante el cual se fraguará una nueva derrota. No es una profecía, ni salación; simplemente se trata de la lectura de una realidad cíclica, de un cuento mil veces contado y ya conocido por los niños y los viejos que un día fueron niños, y que un día lloraron junto con los que eran viejos por el fracaso de once infames payasos que decían representar a todo un país. ¡Nada más falso que eso! Si realmente representarán a nuestro país, no cobrarían por ir a jugar, o acaso, cobrarían apenas un sueldo bajísimo, de hambre, pero con la seguridad que se romperían la madre para demostrarle a su familia los motivos por los que estaban ahí. Esto es lo que hace realmente un mexicano ejemplar: romperse la madre por sí mismo y su familia, ni siquiera por su país, reducto de tierra que gracias a sus gobernantes ahora mismo carece de forma y futuro, y por ende no ofrece nada. Desafortunadamente: comemos, bebemos y soñamos fútbol, hasta ahí. Jugamos a ser el director técnico pero el que toma decisiones cobra por tomarlas y el resto, los más de 100 millones que quieren ese puesto ven como se puede ganar dinero siendo un pendejo.
   México, mi país, es más que fútbol; ahí está el box, la lucha libre y el tae kwon do, que han generado más alegrías y mayor orgullo que los once infames que cada cuatro años ridiculizan las ilusiones de su gente. México, mi país, es más que un juego de pelota contra Argentina o Alemania. No es tampoco un país de fracasados. Nuestro único error es estar acostumbrados a depositar nuestras ilusiones en una oncena de payasos dirigidos por un sandio, un equipo que sólo cambia de nombres y apellidos pero que en el fondo siempre será igual por una simple y sencilla razón: porque somos mexicanos y no sabemos trabajar en equipo o cuando hay mucho dinero de por medio.
   Es momento de regresar a casa. Juro no encender el televisor para ver mil veces la derrota y escuchar mil veces los lamentos que ya suenan prefabricados, ninguna de ambas cosas cambiará lo que ha pasado.
   Tengo algo que escribir y sólo lo haré esta vez.

sábado, 14 de agosto de 2010

Nuestra historia...

...ese ridículo episodio en nuestras vidas, fue un poema inconcluso escrito por una chica de secundaria.©

viernes, 13 de agosto de 2010

jueves, 12 de agosto de 2010

Del link de las profecías virtuales.

Llegará el día en que tu pasado vuelva materializado en gente de bien: vendrá en un auto del año, usará corbata, saco, zapatos de moda y su peinado será fashion; tal vez llegue de la mano de una mujer preciosa de esas que se esculpen en un gimnasio y sólo aparecen en revistas bien. Se habrá olvidado de aquellos años preciosos cuando solía escuchar música mientras escribía cartas a destajo para diferentes chicas mismas que tú te encargabas de repartir. Rimboud le sonará conocido pero no será capaz de recordar quién era, entonces le hablarás de Eusebio Ruvalcaba y tu pasado replicará que no le interesa hablar de perdedores; a cambio disertará sobre el futuro, la democracia, el amor espiritual, las canciones de moda y citará cada tres frases a Paulo Cohelo. Te presumirá los gadgets que suelen mantenerlo en un estatus falso y te preguntará cuál es tu auto.
Llegará un momento en que tu pasado te haga sentir mal, te hablará de las frivolidades de la vida y será incapaz de recordar que un día planearon una estrategia maestra para robarse el bizcocho más exquisito de la panadería, el cual adoraron un par horas antes de poderlo devorar. No recordará lo que era salir a patrullar la colonia en bicicleta, lo difícil que resultaba cazar lagartijas y lo asqueroso de meterse a los charcos a atrapar renacuajos.
El día que eso suceda y llegues al punto en que sientas que es una pérdida de tiempo presumirle a tu pasado tus nuevos poemas o tu colección de narraciones inéditas, sabrás que el futuro te ha alcanzado pero no has errado en el rumbo de tu vida; podrás dejarlo hablando sólo mientras te acomodas en la banqueta, y sin ninguna verguënza, beberás aquellas dos ceverzas que habías reservado para esa ocasión especial, y será otro día cuando pienses en el significado de la palabra amistad.©

miércoles, 11 de agosto de 2010

Con ustedes: Palabras Malditas.

Han pasado los años y Palabras Malditas (punto net) ha crecido exponencialmente para bien de su aferrada mente maestra y para mal de quienes creyeron que el proyecto se pudriría en poco tiempo. Sin embargo, a la fecha, hay quienes todavía no conocen ese motel virtual en el que se alberga un espacio cultural "que invita a la reflexión e interambio de ideas" y cuyo espíritu rebelde lo vuelve atractivo para quienes buscan en la literatura un poco de diversión.
  Palabras Malditas vive en el mundo virtual desde 2003. En todo este tiempo, su creador Jonathan Solórzano, un aferrado a sus necedades y obsesiones, ha logrado concebir Radio Efímera "que lleva al sonido el espíritu de Palabras Malditas, una radio por internet enfocada a la cultura"; y con el útero del FONCA produjo el CD-ROM interactivo Palabras Malditas y publicó una Antología de cuentos en la que se reunieron los trabajos de más de una veintena de escritores mexicanos y extranjeros, con lo cual nació la Editorial Efímera; lo anterior sin contar que Tripulación Nocturna se ha convertido en un programa cultural de prestigio que sirve como referencia para el mundo de las letras en este país.
  Señoras y señores, junkies y lolitas virtuales, perversos y pervertibles: esto es Palabras Malditas, un motel en el que cualquiera que se atreva puede entrar bajo su propio riesgo

Quisiera volver a los 18 años:

Vivir sin preocupación, creer en el amor, ilusionarme; soñar que la vida es un largo viaje en convertible donde una rubia en minifalda pide aventón a cambio de una mamada.©

domingo, 8 de agosto de 2010

Quise huír de tí...

...esconderme en las cordilleras de otros cuerpos y perderme en las misteriosas cavernas que llevan al inframundo, pero fracasé.©

jueves, 5 de agosto de 2010