jueves, 24 de marzo de 2011

Lucha libre: muerte o diversión. (Palabras Malditas, febrero de 2007)

Seguramente has escuchado que la lucha libre es falsa, que los gladiadores no se pegan en realidad, que la sangre que les escurre sale de unas capsulitas que guardan bajo el calzón y que las rutinas que vemos son coreografías practicadas con anterioridad. Con éstas y otras aseveraciones, se ha querido restar méritos a un deporte sin igual con el que nuestro país es reconocido en todo el mundo.
Por años he sostenido largas discusiones con amigos y familiares debido a que ellos creen que cualquiera puede ser luchador. "¿Qué chiste tiene vestirse con los calzones arriba de las mallas, colocarse una máscara y echar maromas sobre un cuadrilátero? -me dijo alguna vez uno de mis tíos mientras veíamos las luchas por la televisión. Y es que en nuestro país (al igual que en muchas partes del mundo), la lucha libre es un deporte que ha sido alcanzado por las garras de la televisión situación que, al tiempo de ayudarle a extender sus alcances, también ha contribuido a su detrimento ya que las empresas tienen que volver más atractivo el espectáculo dejando de lado lo concerniente al deporte. En este sentido me pregunto ¿es exclusivamente la lucha libre un deporte del que debemos cuestionar su autenticidad y veracidad? Personalmente cuestionaría cien veces más a deportes como el béisbol o al fútbol soccer, donde el dinero ha terminado por contaminar totalmente estos deportes.
En la lucha libre existen diferentes empresas cuyos estilos se ven reflejados en el espectáculo que ofrecen a un público muy heterogéneo. Es en esta percepción donde nace la buena impresión sobre este deporte, o donde, bien, acaban ridiculizando a los personajes y reduciendo el deporte, a un simple espectáculo plagado de farsas.
Pensemos: la lucha libre es un deporte espectáculo. Deporte porque quien sube a un cuadrilátero por ningún motivo es un improvisado. Un luchador profesional requiere, a decir de los expertos, cuando menos cuatro años de preparación para convertirse en profesional. En todo este tiempo no sólo moldearan un cuerpo atractivo sino que fortalecerán los músculos y huesos (para evitar lesiones con el tiempo) y sobre todo, aprender diferentes técnicas de lucha. ¿Alguna vez has asistido a un entrenamiento de lucha libre? Algo te aseguro: de ninguna manera se compara con uno de fútbol soccer.
Por otro lado, el espectáculo en este deporte se encuentra en el entorno, en los escenarios creados, en las luces y el sonido, en las edecanes, en el mismo público (quien muchas veces es el que pone la nota relevante en las arenas), y sobre todo, en la magia que envuelve cada una de las indumentarias de los gladiadores. Reconozco que en todo esto, la televisión tiene metidas las manos.
Hay una empresa en México denominada Triple A, en la que es evidente que el espectáculo está muy por encima del deporte, lo cual ha ocurrido desde siempre en todas las empresas gringas haciendo que sus luchadores sean masas musculosas y no virtuosos en el arte de gladiar. Como aficionado, evito a toda costa seguir los eventos de Triple A simplemente porque considero que los luchadores de esta empresa se han prestado más al choteo y a la ridiculización, que a enaltecer este deporte, contribuyendo con sus escándalos a la estigmatización de un buen deporte. Sin embargo, no dejo de reconocer el arraigo que ha logrado en la gente y que actualmente gracias a esta empresa la lucha libre sigue figurando en un primer plano en el gusto popular.
A diferencia de la empresa antes mencionada, el Consejo Mundial de Lucha Libre (CMLL), es la otra empresa con mayor éxito en el país, además de ser la de mayor trayectoria. Su estilo un tanto más conservador, ha llevado a que un público más interesado por el deporte pueda llegar a arenas históricas como la Coliseo o la México (catedral de la lucha libre) para disfrutar de buenas funciones, llenas de llaves y lances que provocan que el espectador se involucre con los luchadores.
Sin embargo, cabe mencionar que estas dos empresas, han enaltecido su fama gracias a la televisión, lo cual es indicador de que lo podemos esperar en las funciones de ambas empresas a pesar de que son evidentes las diferencias entre los espectáculos ofrecidos por una y otra.
Personalmente siento una enorme atracción por las arenas pequeñas, aquellas cuyo tamaño permite apreciar las acciones desde cualquier rincón. Y es que las arenas, como la López Mateos o la Naucalpan, la cercanía del público con el cuadrilátero permiten apreciar el trabajo de los gladiadores. Como un ejemplo, el pasado 21 de diciembre (durante la función de aniversario de esta arena) tuve la oportunidad de presenciar una de las mejores luchas que he visto en mi vida cuando, el Negro Navarro y el Villano III midieron calidad aplicando llaves durante casi diez minutos sin que los otros luchadores se metieran. Así, estos dos luchadores se llevaron una caída completa. Lo importante es que no tuvieron la necesidad de usar artimaña alguna para rendir al oponente; no hubo sillazos, ni ninguna acción que requiriera de artefactos extraños. Simplemente aplicar llaves para deleite de un público compuesto por distintas generaciones.
La realidad de la lucha libre no radica en cuanta sangre corra por el rostro de un luchador, ni de sus cortadas en la frente, ni mucho menos de la cantidad de huesos dislocados en cada función, en todo caso, esas son las consecuencias a las que está expuesto un luchador. La realidad de la lucha libre tampoco se reduce al uso de sillas, mesas y otros artefactos. La lucha libre es otra cosa. Consiste en evaluar las desenvolvimiento de los luchadores, en apreciar las llaves, en medir los lances. Uno puede darse el lujo de seguir una rivalidad y por qué no, de exigir a los luchadores y empresarios que se haga una lucha de apuestas. Lo que no debe esperarse cuando uno está comprando un boleto es ver sangre a como dé lugar, ni ver como se pegan con sillas, mesas, tubos y demás objetos. Quien llega a una arena pensando en eso, me parece que tiene una percepción muy errónea de este deporte.
Nunca he llegado a la arena esperando a que los luchadores se maten. Esos tiempos quedaron atrás hace muchos siglos.
He aprendido a apreciar este deporte en las arenas pequeñas, como la Naucalpan, feudo de Adolfo “El Pirata” Moreno. Si te queda alguna duda, te invito a que vengas un jueves por la noche o un domingo en la tarde, después de todo, cualquier espectáculo es mejor si se presencia en el lugar en el que se ofrece, no frente al televisor.
Para hablar, hay que vivirlo.

Datos curiosos para los incrédulos de la lucha libre:

•Sangre India y Oro, murieron durante sus respectivas luchas, en lugares y tiempos diferentes, tras haber sufrido los estragos de la batalla.
•El Texano, murió debido a los daños sufridos por una lucha en jaula, esto en enero de 2006.
•Considerados como dos de los luchadores más lastimados, Perro Aguayo y Villano III, llevan en el rostro severas lesiones provocadas por su profesión.
•Halloween, estuvo a punto de ser retirado de este deporte, debido a un castigo al cuello provocado por Universo 2000.
•Gronda, un fisicoculturista improvisado por Triple A como luchador, sufrió la ruptura de una pierna debido a su nula preparación en este deporte.

Información, obtenida del libro Misterios y Magia de la Lucha Libre y de viejos ejemplares de la revista Super Luchas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario