Es difícil zafarse de la influencia familiar cuando ésta exige reafirmarse cuando menos una vez al año. No soporto la música de banda, apenas un poco la norteña; detesto las cumbias y las salsas, pero hay ritmos guapachosos que de pronto me hacen mover el pie como si realmente estuviera en comunión con lo que estoy escuchando. Sin embargo, lo que no puedo soportar por nada del mundo son las canciones rancheras: no soporto a Pedro Infante, menos a Jorge Negrete; Las jilguerillas y las Hermanas Águila me resultan nefastas. No soporto toda esa música popular que suelo asociar con las cantinas o con un México que no existe, que no es real, y que creo, tampoco lo fue en su momento.
¡Qué difícil es zafarse de la influencia familiar cuando exige reafirmarse de vez en cuando!
He querido evitarlo, romper con la maldición pero así es mi familia: si no voy, ella viene.
No hay comentarios:
Publicar un comentario