domingo, 15 de noviembre de 2009

21 años sin Rockdrigo (Palabras Malditas, septiembre de 2006)

En un mundo donde el rock ha tergiversado el rumbo convirtiéndose en una pésima caricatura de una época de gloria y en un país donde la chiquillada pretende ser un clon de los productos desechables que hoy en día promueve MTV, hay un movimiento que sigue manteniendo su vigencia gracias a una actitud contestataria y desmadrosa, y por qué no decirlo, divertida del rock.

     Cierto, aunque son muy pocos, existen quienes todavía se atreven a agarrar una guitarra y sin más equipo, deciden salir a la calle para interpretar alguna canción que pueda ser un retrato de la realidad, adoptando como foro cualquier esquina, plaza e incluso el transporte colectivo. Muchos de esos intérpretes no podrán dejar fuera de su repertorio a quien hasta el día de hoy es mejor conocido como el Profeta del Nopal: Rodrigo González.
     Creador de la canción Metro Balderas (que hiciera famosa Alejandro Lora con el TRI), Rockdrigo, dejó su natal Tampico para venir a la ciudad de México y convertirla en su más grande fuente de inspiración, lo cual puede comprobarse claramente en la mayoría de sus composiciones, mismas que hablan sobre las personas de estas latitudes, su forma de vida, su sentir, sus fantasmas y todas aquellos aspectos que caracterizaron la primera mitad de la década de los ochenta.
     Y aunque han pasado más de veinte años, las canciones de Rockdrigo (mote con el que también era conocido) parecen haber sido escritas apenas en años recientes; las cosas siguen siendo las mismas, tal vez con nombre y rostro diferente, pero literalmente la sociedad sigue sufriendo las mismas vicisitudes con las que este profeta alcanzara su inmortalidad. Para muestra se encuentran Solares Baldíos, El asalto Chido, Ratas, Vieja Ciudad de Hierro, Pórtate Sensato, La Máquina del Tiempo o Ánimas, que al escucharlas nos hacen recordar la realidad en que nos estamos moviendo.
     Innegablemente Rockdrigo marcó a toda una generación de músicos urbanos que, apegados a géneros musicales tradicionalmente no compatibles con el rock, hicieron del movimiento rupestre un híbrido interesante para la cultura popular mexicana pero que aun al día de hoy, no ha caído en el cliché del eclecticismo en el que vemos sumido a un gran número de músicos de ska o raperos, por mencionar un par de ejemplos claros. En este sentido los rupestres han mantenido vigentes sus tendencias musicales simplemente siendo fieles a una ideología que antepone su visión por la realidad y no a la toma de actitudes y poses que los hagan parecer incluyentes y concientes.
     Es por lo anterior, que el legado de Rockdrigo ha sido tan importante, que prácticamente en todas las expresiones artísticas se encuentra algo dedicado a este cantautor mexicano. Para los cineastas no ha pasado desapercibido y existen cuatro buenos documentales en los que ha sido retratada su vida y obra: Por qué no me las prestas: 10 años de Rockdrigo, de Sergio García; Rockdrigo, la ciudad del recuerdo, de Alejandro Ramírez; No tuvo tiempo, de Rafael Montero y Hurbanistorias, de Paul Leduc.
     Por otro lado, cada año músicos de diversas corrientes, rinden homenaje al Profeta del Nopal en conciertos y eventos que se celebran en distintos puntos de la ciudad. Dos de estos eventos son los que se llevan a cabo en el Foro Alicia y en la estación del metro Balderas, en donde además, se encuentra develada una placa en su honor. El año pasado, al conmemorarse los veinte años de su desaparición, se realizó un concierto monumental en la plancha de Zócalo defeño, en donde participaron invitados del calibre de Botellita de Jerez, El Haragán y Cia., Santa Sabina, San Pascualito Rey y prácticamente todos los rupestres conocidos como Rafael Catana, Arturo Meza, Gerardo Enciso, Armando Palomas y por supuesto, Fausto Arrellín con el grupo Qual (grupo con el que Rockdrigo se electrificara, musicalmente hablando), mismos que además, editaron en conjunto con El Angelito Editor y el Museo de Culturas Populares, un disco homenaje titulado A ver cuando vas…

     Son ya 21 años de recordar el 19 de septiembre, son 21 años del sismo, de los edificios caídos, de la unidad habitacional de Tlatelolco herida, de la ciudad colapsada. Son 21 que Rockdrigo partiera de este mundo y por eso vale la pena recordarlo. Sin duda quienes hemos tenido la apertura para saborear lo que los rupestres nos ofrecen, hemos podido apreciar de una forma bizarra, desmadrosa y muy cotorra, nuestra realidad.

     En un mundo donde MTV perdió muchos huevos, donde el TRI sigue sonando al TRI, donde Alex Lora se sigue creyendo muy vergas repitiendo sus desgastados rollos, donde la bandera del rock ya es de diseñador, donde Guns and Roses sigue vivo gracias al estampado de las playeras, donde las muñequeras y los estoperoles ya no dan miedo, donde los punk son felices, donde el rock ya no suena a lo mismo, donde los grupos nacen para desintegrarse y luego planear el reencuentro, donde lo urbano está de moda, donde ser rebelde es cosa de fresas, donde ser naco es chido, donde los gruperos son más roqueros que los roqueros, donde el rock urbano sigue siendo considerado como rock naquito, donde Metallica me recuerda que el rock se está muriendo, donde Shakira mueve sus caderas y ya hay mejores tetas que las de Pamela, donde hasta la lucha libre se ha puesto de moda, en este mundo, seguimos recordando que Rockdrigo no tuvo tiempo de cambiar su vida…

1 comentario:

  1. murió dos años antes de que yo naciera,pero igual lo idolatro...mi papá es "Rockdriguista" desde que me acuerdo... =D

    ResponderEliminar